2022 en EEUU: de la guerra en Ucrania a la reaparición de Trump

  • El país ha continuado con su polarización ideológica

  • Las elecciones de medio mandato respaldaron a Biden y DeSantis

  • A pesar de la inflación, los datos económicos han mejorado a lo largo del año

Termina un año marcado a nivel internacional por la guerra de Rusia en Ucrania, los coletazos de la pandemia y las consecuencias de todo ello: falta de suministros, crisis energética y alta incertidumbre. El resultado tras doce meses con esta situación, de forma continuada, ha sido una subida de precios generalizada que incluso en estados Unidos ha hecho temblar los cimientos de la clase media.

La inflación resultante, a su vez, ha sido la protagonista de las recientes elecciones de medio mandato, en las que Biden sobrevivió mejor de lo esperado a los malos presagios de las encuestas previas mientras el Partido Republicano terminó dividido entre los que apoyan a Trump, candidato de nuevo a las próximas presidenciales, y la flamante sensación conservadora, Ron DeSantis.

Por el camino, la líder demócrata Nancy Pelosi dijo adiós a la presidencia progresista de la Cámara de Representantes y con ello a una larga trayectoria en primera línea de la política. Y todo mientras el país continúa polarizado, como se ha visto tras la derogación del derecho al aborto por parte de la Corte Suprema, e inmerso en una guerra ideológica.

Economía

Los datos económicos han ido de menos a más a lo largo de los últimos meses. Los recientes buenos resultados sobre las cifras de empleo y el consumo interno dan esperanzas de poder evitar o aligerar la recesión que los expertos esperan para el próximo año. 

De hecho, los datos de desempleo ya muestran niveles parecidos a los de antes de la pandemia (35%) y el consumo interno del país ha crecido un 08% con respecto al anterior trimestre, por encima de lo esperado. Pero estos datos harán que la Reserva Federal siga manteniendo altos los tipos de interés, con el fin de controlar la inflación, y que la respuesta de los mercados no sea buena.

Ucrania

El apoyo de Washington a Kiev, desde el inicio de la guerra de Rusia en Ucrania, ha sido claro. A lo largo de estos más de 300 días de conflicto, el gobierno de Biden ha logrado “movilizar al mundo” para asegurarse de que la invasión fuera “un fracaso estratégico”, según las últimas palabras del secretario de Estado Antony Blinken al respecto. Aparte de la ayuda económica, la colaboración ha incluido cientos de drones para misiones de ataque y vigilancia, así como miles de sistemas de misiles antitanques Javelin y antiaéreos Stinger, entre otros.

“Desde el 24 de febrero hemos reunido a decenas de aliados y socios para promover el apoyo económico, humanitario y en materia de seguridad al pueblo ucraniano en la defensa de su democracia, su soberanía y la independencia de su país. Nuestro apoyo colectivo, que ahora incluye 1.850 millones de dólares en asistencia militar, ha favorecido a los combatientes de Ucrania para que emprendan la contraofensiva, liberen a su población y recuperen más de su territorio”, añadió Blinken tras la reciente visita de Volodimir Zelensky al Congreso estadounidense para reclamar más ayudas. 

Guerra ideológica

Mientras tanto, dentro del país se ha estado dirimiendo una lucha entre los estados y el gobierno federal. A lo largo del año, una docena de estados han puesto en marcha mecanismos para desarrollar los llamados “proyectos de ley de derechos de los padres”, consistentes en que estos aumenten la vigilancia sobre lo que sus hijos aprenden en las escuelas públicas, algo que últimamente había dado lugar a la polémica.

Libros basados en temas como el racismo, la discriminación por motivos de orientación sexual, escritos directamente por personas afroamericanas o miembros de la comunidad LGTBQ+ están siendo cuestionados, hasta el punto de haber sido retirados de las bibliotecas públicas y los currículos escolares de los centros educativos. Esta censura ha surgido como reacción, en determinados círculos, al desarrollo del movimiento woke, que se implantó tras el éxito de los movimientos Black Lives Matter, contra la violencia racista policial y el auge del MeToo, contra el acoso y el abuso sexual. 

Aborto

La división del país se hizo más profunda, en junio, con la anulación de la histórica sentencia conocida como Roe contra Wade, que desde 1973 garantizaba el derecho al aborto en Estados Unidos. Esta decision de la Corte Suprema, por 5 votos a 4, abrió el camino para que los estados que quisieran pudieran ilegalizar la interrupción voluntaria del embarazo en su territorio.

Y todo ello a pesar de que el 55% de los estadounidenses se consideran a favor del derecho a decidir, según una encuesta de ese momento reaalizada por Gallup. Dicha decisión dio lugar a un cambio de ciclo que puede durar varios años, en detrimento de los derechos de las mujeres.

Midterms, Trump y DeSantis

Por otra parte, las elecciones de medio mandato que tuvieron lugar en noviembre dieron la mayoría de la Cámara de Representantes a los republicanos y la del Senado a los demócratas. Estos últimos consiguieron colocar a varios gobernadores en estados que serán claves para las próximas elecciones presidenciales de 2024, como Arizona y Pensilvania, y un respaldo inesperado.

Otras consecuencias fueron el apoyo de los votantes hacia el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que ha salido proyectado como la gran baza conservadora de cara a la primarias de su partido, y la candidatura oficial a la presidencia de Donald Trump. Ambos lucharán, probablemente, por llegar a la Casa Blanca en plena división del Partido Republicano, que tendrá que decidir entre uno de los dos. 

Y es que la vuelta de Donald Trump, anunciada el mes pasado, ya desveló en el discurso de su candidatura la intención de presentarse como el salvador necesario de un país a la deriva, según el universo MAGA (Make America Great Again, su eslogan habitual de campaña electoral). 

Fin de una era demócrata

Poco después, el pasado 17 de noviembre, la líder progresista Nancy Pelosi (de 82 años) anunciaba que dejaba la primera línea de la política y la presidencia de la Cámara de Representantes. Se producía así un recambio generacional inevitable, tras constatar que algunos de los principales referentes demócratas, al margen de Pelosi, son todos octogenarios. 

Entre ellos, el propio presidente Biden (80 años), que aún no ha decidido si se presentará a la reelección; James E. Clyburn (82), el miembro con más antigüedad del caucus (grupo de representantes) negro del Congreso y Steny Hoyer (83), líder de la mayoría demócrata de la cámara baja, que anunciaron también su renuncia. 

Estos dos últimos y Pelosi ya han sido reemplazados por una nueva hornada de políticos con 30 años menos que sus antecesores, convirtiéndose en la generación más joven en el poder en varias décadas. Y el desafío será grande porque los logros, durante estos años, han sido muchos y de calado. Así lo remarcó Pelosi, en su discurso de renuncia, al recordar las 90 mujeres del partido que actualmente optan a puestos de poder, en comparación a las 12 que había cuando ella se presentó a sus primeras elecciones internas, en 1987

Una prueba más para un 2023 que llega con muchas, quizás demasiadas, incógnitas políticas, económicas y sociales.