Scholz, en su primer año: una rápida erosión causada por múltiples crisis que han llegado todas juntas
El canciller alemán Olaf Scholz cumple este jueves un año al frente del Ejecutivo alemán.
En sólo doce meses de gestión, el canciller y su coalición de socialdemócratas, ecologistas y liberales ha pasado a generar insatisfacción.
A Angela Merkel, en sus tiempo de canciller, las crisis que le tocó asumir le llegaron prácticamente una detrás de otra. La crisis financiera de 2008, la crisis del euro de 2012 y la crisis de los refugiados de 2015 y 2016 y la pandémica COVID-19 de 2020 y 2021 respetaron, de alguna forma, además de la popularidad de la otrora canciller, el calendario.
A su sucesor, Olaf Scholz, quien cumple este jueves un año ocupando la Cancillería Federal, sin embargo, se le acumulan las crisis. Todas han llegado de la mano, después de que Rusia decidiera lanzarse en su ilegal guerra contra Ucrania.
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'Desde antes de la guerra contra Ucrania, había descontento con el Gobierno de Schloz en la población', dice a NIUS Peter Matuschek, investigador del instituto de sondeos Forsa.
Crisis energética, crisis económica, crisis por una inflación a niveles nunca vistos desde hace cien años y una crisis geopolítica en el 'viejo continente' que obliga a sacar las telarañas o reinventar conceptos estratégicos del país son dificultades a las que Scholz ha tenido que medirse en este primer año de la era post-Merkel. Son crisis que continúan y que seguramente, seguirán marcando la agenda de Scholz.
A sus 64 años, del político socialdemócrata que lleva las riendas del Ejecutivo germano no puede decirse que sea nuevo en esto de la crisis. No en vano, fue ministro de Merkel durante un lustro. Se ocupó en las 'grandes coaliciones' de Merkel de la cartera de Trabajo y Asuntos Sociales, entre 2007 y 2009, y del decisivo Ministerio de Finanzas, entre 2018 y 2021.
Un gobierno en condiciones “históricamente difíciles”
Scholz tuvo a Merkel cerca cuando hubo que lidiar con crisis que marcaron épocas pasadas. El problema, sin embargo, es que a Scholz le ha tocado ser canciller en “condiciones históricamente difíciles”, según recordaba en su última edición de fin de semana el diario Süddeutsche Zeitung. En ese periódico hablan de que Scholz y compañía trabajan en el Gobierno en “una situación permanente de excepcionalidad”. Y tanto.
La ilegal guerra de Rusia contra Ucrania, lanzada el pasado 24 de febrero, ha obligado a Scholz a cambiar la dirección de su país en muchos ámbitos. La política energética, las relaciones diplomáticas, la política de defensa se supone que han de dar un vuelco de la mano de Scholz.
Tres días después de empezar la invasión rusa contra Ucrania, Scholz estaba obligado a presentar estas necesidades en el Bundestag, en un discurso en el que utilizó “las palabras adecuadas”, según han reconocido el prestigioso comentarista Robin Alexander en el dominical Welt am Sonntag. La expresión “tiempo de cambio” de Scholz alude a las muchas adaptaciones que tiene que operar Alemania para adaptarse a los convulsos tiempos que impone la agresión de la Rusia de Vladimir Putin.
Pero la política no sólo consiste en encontrar expresiones con las que describir la realidad. La gestión también es parte crucial de la profesión política. Y a Scholz, la gestión de las muchas crisis que sacuden ahora a su país, la mayor economía europea y el país más poblado de la Unión Europea, le están costando mucho capital político.
Los partidos en el poder han perdido la mayoría en las encuestas
De seguir como hasta ahora parece que se le agotará todo su capital político más temprano que tarde. Los sondeos dan cuenta de este proceso de desgaste.
Alguien que suele ver a diario cómo la gestión de Scholz y su coalición de socialdemócratas, ecologistas y liberales genera ahora mismo más desafección que otra cosa es Peter Matuschek, responsable de estudios de opinión en el instituto demoscópico Forsa. “Lo que vemos en las encuestas es que la coalición gubernamental se ha debilitado. Si ahora hubiera elecciones generales, no tendrían la mayoría en el Bundestag”, dice Matuschek a NIUS.
“Si uno mira la intención de voto, hay desde hace semanas una imagen congelada, está el SPD en un 20%, ha bajado algo respecto a las elecciones generales, el FDP ha pasado a representar la mitad de lo que fue electoralmente en esos comicios y el único partido que ha subido algo son Los Verdes, que están en un 18% o 19%”, comenta Matuschek.
Los resultados de su instituto de opinión concuerdan con los que han mostrado estos días medios de comunicación como el diario Bild, que presentaba como “malas notas” escolares de invierno para el Ejecutivo de Scholz los resultados de las encuestas que ofrecía a sus lectores. En las páginas de dicho periódico, el más leído de Alemania, se podía observar que eran muchos más quienes consideraban que la coalición de Scholz estaba “lidiando mal” con asuntos como “la guerra en Ucrania”, “la energía”, “las finanzas”, “la política social”, “la inmigración” o “la vivienda”.
El 54% de la población insatisfecha con Scholz
Todos los políticos destacados del Gobierno, incluidos Scholz y sus ministros estrella, como la titular de Asuntos Exteriores, la ecologista Annalena Baerbock, el de Economía, el también integrante de Los Verdes Robert Habeck, o el de Finanzas, el líder de los liberales Christian Linder, recogían más opiniones desfavorables que de satisfacción con su trabajo. Scholz se llevaba la palma en esa encuesta. El 54% de los preguntados decía estar insatisfecho con su gestión.
En marzo de este año, según datos del instituto Forschungsgruppe Wahlen, el 73% de los alemanes decía que Scholz hacía bien su trabajo.
La imagen del Gobierno alemán, frente a la población del país, se ha erosionado y lo ha hecho muy rápido, conviene en afirmar Matuschek desde Forsa. “El problema de la coalición gubernamental, en realidad, ya estaba ahí. Decían ser una coalición de futuro, pero ya desde antes de la guerra contra Ucrania, había descontento en la población. Esto tiende a olvidarse, pero piense en la vacunación obligatoria que quería Scholz y que fracasó”, comenta este experto.
A su entender, el problema fundamental sigue siendo que, una vez convertido en papel mojado el acuerdo de Gobierno firmado tras las elecciones generales por culpa del nuevo contexto que impone Rusia con su ataque a Ucrania, los partidos de la coalición se han visto atrapados en interminables discusiones.
“En la coalición, unos siempre han querido hacer algo, y otros lo contrario. Mire las entregas de armas a Ucrania: el SPD se mantenía contenido, y ecologistas y liberales eran favorables al envío; lo mismo pasa con ideas como poner dinero para el Ejército o imponer un límite de velocidad en las autopistas... estas discusiones en la coalición se han visto muy pronto en la coalición”, pone como ejemplo Matuschek.
Hay una crisis que beneficia a Scholz, la de la CDU
“En la discusión sobre qué hacer con las centrales nucleares, lo mismo, unos querían mantener las centrales largo tiempo en funcionamiento [los liberales del FDP, ndlr.] y Los Verdes no. Son socios que quieren cosas muy diferentes”, abunda este experto. Sobre esta cuestión, en particular, Scholz impuso su condición de jefe del Gobierno para poner paz entre ecologistas y liberales. Las centrales se mantendrán en marcha hasta abril del año próximo.
Pero aún habiéndose impuesto Scholz como canciller, y esa ha sido la única que vez que el jefe del Ejecutivo hizo valer políticamente en su coalición su condición de inquilino de la Cancillería Federal, todavía se habla en Alemania sobre qué hacer con las centrales nucleares. “Scholz se impuso en este debate y eso le ayudó en las encuestas un poco, pero la gente se da cuenta de que en el Gobierno hay muchas diferencias internas”, según Matuschek.
Para él, esto es la clave para entender la impopularidad en la que han caído el canciller y compañía. Salir de ella, al parecer, no es urgente. En las encuestas, la oposición no está mucho mejor. “Esto es una novedad, lo normal es que cuando los partidos del Gobierno son impopulares la oposición gane en popularidad en las encuestas”, recuerda el experto de Forsa, aludiendo a la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el principal partido de la oposición en el Bundestag.
Al parecer, de todas las crisis que le ha tocado vivir a Scholz, hay una, la de la CDU, que puede beneficiarle. Al menos de momento, el canciller sabe que puede permanecer en el poder sin excesivo temor a la CDU, pese a su impopularidad.