El nuevo gobernador de Florida acaba con el cuento de hadas de Disney

  • DeSantis ha lanzado un desafío a las grandes corporaciones

  • Disney contraataca acabando con las donaciones políticas

  • El gobernador impulsa la guerra contra las reivindicaciones de la comunidad LGTBQ

Durante el último medio siglo, la corporación Disney ha sido beneficiada con un estatus especial en Florida por ser buena fuente de empleo y una de las razones de la idílica imagen del estado. A cambio, el grupo empresarial de entretenimiento ha disfrutado de importantes privilegios como el pago de menos impuestos y que los aviones ni siquiera cruzaran su espacio aéreo, con el fin de evitar la contaminación acústica en sus parques, entre otros.

Pero hay otras razones para entender las bonificaciones que recibe la corporación y estas no son otras que las generosas donaciones realizadas al Partido Republicano, cuyo dominio político ha ido imponiéndose con el paso del tiempo en casi todo el estado. De hecho, las relaciones entre Disney y los conservadores han sido excelentes durante muchos años, hasta el punto de que hace unos meses el gigante empresarial apostaba por Florida para instalar un nuevo campus para su cuartel general, en detrimento de California, decidiendo trasladar a miles de trabajadores de un sitio a otro.

Pero la relación a lo largo de estos últimos meses se ha deteriorado. Las decisiones de Disney para adaptar sus productos a los cambios de la sociedad, incorporando personajes representativos de las diversas minorías (raciales, sociales y de género) en sus principales producciones, han chocado con una deriva más conservadora del Partido Republicano. Especialmente desde que el gobernador Ron DeSantis decidiera promulgar una ley para prohibir la enseñanza en las escuelas de la orientación sexual o la identidad de género, en todo el estado.

Conocida entre los activistas woke como "Don't say gay” (”No digas gay”), esta legislación dice que los centros escolares "no pueden alentar la discusión sobre la orientación sexual o la identidad de género, en los niveles primaria." Algo que no fue bien acogido por los trabajadores de Disney, que consideran que esta ley va en contra de los derechos de la comunidad LGTBQ y de la propia política de la empresa en apoyo de la diversidad. Así que, presionado por su plantilla y en respuesta a la nueva legislación, el flamante presidente de la compañía, Robert Chapeck, anunció el fin de las donaciones políticas en Florida.

Consecuencias

La nueva reacción de DeSantis no se hizo esperar: impulsó una serie de proyectos que acabaron eliminando el estatus de privilegio de Disney, los mismos que hasta el momento la habían permitido operar casi como un gobierno independiente en sus parques temáticos. La corporación se vio obligada, incluso, a aplazar hasta 2026 la apertura del nuevo campus, desde donde pretendían desarrollar su departamentos de tecnología digital, finanzas y desarrollo de productos. 

Las consecuencias no han podido ser más desiguales. Mientras DeSantis se ha alzado con la victoria en las recientes elecciones de medio mandato en Florida, Chapeck ha sido destituido por los malos resultados políticos y económicos de su gestión al frente de Disney. 

Lecciones

La moraleja de esta confrontación, a diferencia de las que entrañan las películas de la corporación, es que el gobernador se ha visto premiado por el electorado gracias , entre otras cosas, al ataque desplegado. En este caso el realizado sobre las grandes corporaciones “como Disney, que van a criticar los derechos de los padres y el hecho de que no queremos transgénero en las aulas de los jardines de infancia y primaria”, dijo DeSantis en Fox News.

El éxito obtenido en las urnas por el gobernador de Florida, tras sus últimos movimientos, le ha aupado como principal candidato del Partido Republicano a las elecciones presidenciales de 2024, puesto que tendrá que disputarse con el exmandatario Donald Trump, que anunció recientemente su candidatura. Toda una recompensa con mensaje para las grandes empresas: si quiere instalarse en Florida, nada de experimentos con ciertas reivindicaciones, sobre todo en lo relativo a temas de género.

Algo que parece haber aprendido Disney al llamar a su anterior director general, Bob Iger, en sustitución de Chapeck, con el fin de devolver la magia al coloso del entretenimiento con las actuales circunstancias. “En las próximas semanas comenzaremos a implementar cambios organizativos y operativos dentro de la compañía”, dijo Iger nada más llegar. Una incorporación que crea la incógnita sobre el futuro de Disney, en Florida, bajo el mandato de un DeSantis cada vez más poderoso.