El ministro de finanzas británico, Jeremy Hunt, anunció este jueves una subida de impuestos de 23.000 millones de libras (26.200 millones de euros) y unos recortes de gastos de 30.000 millones de libras (34.200 millones de euros). Con este plan fiscal, intenta estabilizar la economía británica (que está oficialmente en recesión desde este jueves) y cubre el agujero de 45.000 millones anuales de deuda pública que tiene el país. Espera reducir la inflación, que está en el 10 por ciento, y los tipos de interés de las hipotecas. Este plan significa una vuelta a la austeridad aplicada por los conservadores desde 2010 hasta el Brexit.
Todo el mundo pagará más impuestos porque se ha congelado el umbral de ganancias a partir del cual se debe empezar a pagar (aquí el pago de la renta es proporcional a las ganancias). También se ha rebajado el umbral a partir del cual los que más ganan deberán pagar los intereses más altos (del 45%) en la declaración de renta. Se ha reducido de 150.000 libras (171.000 euros) a 125.000 (142.000 euros). Esto significa que los que ganan más de 171.000 euros al año deberán pagarán más de 1.200 libras (1.370 euros) extra por año.
Se han incrementado las tasas a las empresas, las tasas municipales y la contribución a la seguridad social. Además del impuesto sobre los beneficios inesperados, que se aplica a las compañías energéticas, las grandes beneficiarias de las crisis de la energía y la subida de la demanda del gas multiplicando sus beneficios. Este impuesto (que se llama ‘windfall tax’) ha subido del 25 al 35 por ciento.
Este plan generará controversia porque en el programa electoral de 2019 con el que Johnson ganó las elecciones los conservadores prometieron no subir los impuestos de la renta ni de la seguridad social, aunque Jeremy Hunt lo ha justificado aludiendo a la crisis global. Como contrapunto, ha subido las pensiones y las ayudas sociales en un 10 por ciento de acuerdo con la inflación, garantizando otra de las promesas electorales de 2019: la protección de las pensiones.
También anunció una partida de 1.700 millones de libras (1.900 millones de euros) para la segunda fase de nivelación del país, es decir, para que desarrollar las zonas más pobres del país (en el norte) e igualarlas con las más ricas (en el sur), igualando la primera fase. Esta fue una de las dos promesas electorales clave en 2019 por Boris Johnson, que le dio el voto de los electores laboristas tradicionales de las zonas industriales del norte, un voto que ahora está perdiendo.
Hunt anunció a los diputados dos nuevas reglas fiscales. “La primera es que la deuda subyacente debe caer como porcentaje del PIB una quinta parte (un 20%) durante los próximos 5 años -dijo-. La segunda, que el endeudamiento del sector público, durante el mismo período, debe estar por debajo del 3% del PIB. Y el anuncio de hoy [por este jueves] cumple con ambas reglas”. También dijo que su plan fiscal ofrece una consolidación de 55.000 millones de libras (62.700 millones de euros). “Esto significa que la inflación y las tasas de interés terminarán siendo significativamente más bajas. Lo lograremos de forma equilibrada”, añadió Hunt.
La Oficina para la Responsabilidad Presupuestaria (OBR, por sus siglas en inglés), que depende de la Tesorería y se encarga de elaborar las predicciones para el Gobierno, confirmó este jueves que el Reino Unido está oficialmente en recesión. Y anunció una caída del nivel de vida del 7% durante los próximos dos años (un 4,3% el 2022-23 y 2,8% en 2023-24) que anula los ocho últimos años de crecimiento, una caída que será la mayor desde 1956, cuando empezaron los registros. Se espera que el año próximo se asfixie más aún a los ciudadanos. De momento el Gobierno garantiza cubrir el aumento de la factura del gas y de la electricidad hasta abril, pero no a partir de entonces, cuando la factura aumentará 3.000 libras (3.400 euros) de media por persona.
Con este plan fiscal, el gobierno de Rishi Sunak intenta reparar el daño provocado por su predecesora, Liz Truss, también conservadora, que hizo caer los mercados y la libra esterlina al anunciar una bajada de impuestos a finales de septiembre. Para hacernos una idea del giro fiscal que se ha producido en el país con el cambio de Gobierno, en apenas ocho semanas se ha pasado de un anuncio por parte del anterior ministro de finanzas, Kwasi Kwarteng, de 30.000 millones de libras (34.000 millones de euros) en recortes de impuestos a una subida de impuestos y recortes de gastos valorados en un ahorro de 62.700 millones de euros. Un sorprendente cambio en apenas 55 días.
“La OBR confirma que, debido a nuestros planes, la recesión es menos profunda, la inflación se reduce y podremos salvar 70.000 empleos protegidos como resultado de nuestras decisiones de hoy -dijo al parlamento Jeremy Hunt-. Cuando vuelva el crecimiento, aumentaremos el ritmo de consolidación para reducir la deuda. Esto reduce aún más la presión sobre el Banco de Inglaterra para que suba las tasas de interés (que ya están en el 3 por ciento, un 2,75 por ciento más que hace un año) porque, como conservadores, no dejamos nuestras deudas a la próxima generación”. Esta afirmación provocó los abucheos y las burlas de los laboristas en la bancada de enfrente.
Los mercados estaban muy pendientes del plan fiscal de Hunt. Tras el anuncio, los mercados cayeron, empañados por el negro panorama que se avista en el país para los próximos años. La libra cayó un uno por ciento mientras que el índice del FTSE-100 (las cien principales empresas británicas) se desplomó un 0,7 por ciento, y el índice de las 250 principales compañías británicas, un 0,35 por ciento. Las acciones de BP y Shell, las dos principales energéticas británicas han caído levemente pese al anuncio de incremento del 10 por ciento de las tasas sobre los beneficios inesperados.
“Aquí estamos, a finales de 2022 -dijo Rachel Reeves, responsable de finanzas de la oposición laborista-. Tres primeros ministros, cuatro ministros de finanzas y cuatro presupuestos después (de las elecciones de diciembre de 2019), la situación es todavía peor que la que teníamos a principios de año, con una inflación disparada y el crecimiento y el nivel de vida cayendo. Acusó al Gobierno ‘tory’ de hacer pagar sus errores a la clase trabajadora y de haber secuestrado el país. “Lo que la gente se va a preguntar en las próximas elecciones (previstas para enero de 2025) es si van a estar mejor con un gobierno conservador y la respuesta es que no. El desorden que tenemos -concluyó Reeves- es consecuencia de doce semanas de caos conservador y también de doce años de fracaso económico”.