El nuevo ministro de finanzas británico, Jeremy Hunt ha anunciado este lunes la eliminación de prácticamente todos los recortes de impuestos establecidos en el minipresupuesto presentado por Liz Truss y su exministro de finanzas, Kwasi Kwarteng, el pasado 23 de septiembre. En los apenas tres días que lleva en el cargo, Hunt ya ha fulminando casi todas las medidas de Truss.
Hunt comunicó la marcha atrás del recorte de un punto en los tipos impositivos de la renta el próximo año, que queda suspendido de forma indefinida, y que se suma a la cancelación del recorte fiscal a los más ricos del 45% al 40%. De esta manera queda totalmente desarticulada la rebaja impositiva a los más ricos. Confirmó la subida del impuesto de sociedades del 19% al 25% tal y como había previsto el exministro de finanzas Rishi Sunak, rival de Truss en las primarias, a quien Hunt dio su apoyo en detrimento de Truss.
También canceló la congelación de los impuestos a las bebidas alcohólicas provocando las quejas veladas del sector. Las únicas medidas que no invalidó son las que ya están siendo legisladas como la no subida de la Seguridad Social o el impuesto para la compra de pisos ('stamp duty'). Además anuló la congelación durante dos años de la factura del gas y de la electricidad a las familias, garantizándola solo para los próximos seis meses hasta el 31 de marzo.
No queda nada, por tanto, del plan original de Truss con el que ganó las primarias hace poco más de un mes. Truss pretendía aplicar un plan económico thatcheriano con una bajada de impuestos para fomentar el crecimiento, un plan que le advirtió Rishi Sunak en agosto que no era realista y que no bajaría la inflación, estancada en los dos dígitos. El minipresupuesto de Truss provocó un agujero en las finanzas públicas de 45.000 millones de libras (52.300 millones de euros) y hundió los mercados y la libra esterlina, que alcanzó mínimos históricos con el dólar.
La reversión del minipresupuesto anunciado por Hunt supone un ahorro de 32.000 millones de libras (37.100 millones de euros) y su anuncio provocó que se calmaran los mercados y que la libra volviera a recuperarse. Hunt declaró que fue un error pedir dinero prestado para poder recortar impuestos. Dijo que está comprometido con la ambición de Truss de generar crecimiento económico, pero advirtió que “el crecimiento requiere confianza y estabilidad” y que “este Gobierno tomará las decisiones difíciles que sean necesarias para hacerlo".
Pese a la presión de los mercados y de su propio partido, Truss y Kwarteng ratificaron el plan en septiembre, pero poco a poco fueron reculando y cancelando medidas hasta que el viernes el Partido Conservador le impuso a Hunt como ministro de finanzas y le obligó a destituir a Kwarteng un mes después de haberlo nombrado para poder ella seguir en el cargo. La última vez que se vio a Truss públicamente fue en la rueda de prensa del viernes, una comparecencia surrealista que duró apenas ocho minutos y que terminó con Truss visiblemente afectada, sin argumentos ante las preguntas de los periodistas que le preguntaban por qué seguía como primera ministra. Truss los que dejó con la palabra en la boca y se marchó.
Desde entonces que no se la ha vuelto a ver. El líder laborista, Sir Keir Starmer, solicitó este lunes una pregunta urgente a la primera ministra por la repentina sustitución de su ministro de finanzas el viernes. Normalmente comparece la primera ministra para responderla, pero este lunes Truss no compareció. Mandó en su lugar a Penny Mordaunt, la líder conservadora en el parlamento, para dar explicaciones a la oposición. Mordaunt justificó a Truss diciendo que tenía trabajo que hacer, ante las burlas de la bancada de la oposición. Starmer calificó la situación de “caos grotesco” y de “vacío de poder con una primera ministra que no quiere su partido y que no tiene mandato popular”.
"¿Dónde está la primera ministra?", cuestionó Starmer. "Tenía compromisos que no le ha permitido estar aquí", la justificó Mordaunt. Uno a uno los diputados se levantaban y preguntaban por qué la primera ministra no estaba allí. "Está camino de palacio (para presentar su dimisión)?", ironizó una diputada. Cuando terminaron las preguntas, una hora después apareció Truss junto al ministro de finanzas, que tenía que dar explicaciones ante el parlamento de la decisión de revertir el plan económico. Mientras hablaba Hunt, se veía a Hunt como ausente detrás, triste, abatida, muda.
Desde que fue nombrado, Hunt ha asumido todo el protagonismo y responsabilidad por delante de Truss, que se ha mantenido callada y distante como este lunes en el parlamento. El sábado Hunt compareció en las principales cadenas de televisión para explicar que Truss y Kwarteng se habían equivocado con su plan y que había que revertirlo. Este lunes compareció en el parlamento para dar explicaciones a los diputados. Dijo que “la responsabilidad central de cualquier gobierno es hacer lo que sea necesario para la estabilidad económica”.
“Hemos tenido dificultades a corto plazo causadas por la falta de un pronóstico de consecuencias del presupuesto junto con el minipresupuesto -esgrimió Hunt-. Pero también hay presiones inflacionarias y de tipos de interés en todo el mundo. La imperdonable invasión de Ucrania por parte de Rusia ha provocado que los precios de la energía y los alimentos se disparen. No podemos controlar lo que está sucediendo en el resto del mundo, pero si necesitamos cambiar el rumbo del país para garantizar la estabilidad económica, lo haremos y esto es lo que he venido a anunciar hoy en la cámara”.
Liz Truss ha sido humillada y silenciada por su partido, que la ha desautorizado. En estos momentos quien parece que mande en el Gobierno es Jeremy Hunt, que parece que ha cogido las riendas del poder a la espera de que el partido decida qué hacer con Truss y cómo reemplazarla. Hasta tres diputados conservadores ya han pedido públicamente la destitución de Truss. Una de las opciones que están barajando sustituirla por una dupla formada por Rishi Sunak y Penny Mordaunt, que fueron los candidatos que quedaron por detrás de Truss en las primarias de agosto y son los que tienen más apoyo dentro del grupo parlamentario.
El problema que tiene el Partido Conservador es que no puede organizar otras primarias un mes después de haber organizado las anteriores, y le será complicado nombrar a un nuevo líder sin tener que pasar por las urnas ya que Truss fue elegida solo con el voto de los militantes de su partido, que representan el 0,02% de la población. Es difícil que la población acepte tener otro primer ministro sin votarlo. Los laboristas aventajan en 33 puntos a los conservadores en los sondeos. Truss ha perdido toda credibilidad y autoridad. Ya sabe que no seguirá. La decisión es cómo y cuándo será su final.