Algo más de medio millón de estudiantes surcoreanos se someten hoy al temido examen de selectividad, un acontecimiento nacional cuyo inicio obliga a retrasar la apertura de la Bolsa de Seúl, a incrementar el transporte público o a suspender los despegues y aterrizajes de aviones durante la prueba de segundo idioma.
En total 508.030 estudiantes de bachillerato se han apuntado este año al 'Suneung', acrónimo coreano del examen escolar de aptitud universitaria. Se trata de una prueba altamente competitiva. Un evento que define la vida de muchos estudiantes de secundaria en Corea del Sur. En este país un título universitario de una universidad prestigiosa se considera el mínimo indispensable para asegurarse un codiciado trabajo corporativo, al fin y al cabo, se trata de la cuarta economía más grande de Asia.
En los 1.370 centros de examen que hay dispuestos en el país se han establecido, como en los dos años anteriores, espacios separados para aquellos estudiantes que hayan contraído covid y también se ha permitido realizar el examen a alumnos hospitalizados debido al coronavirus en los propios centros médicos.
El Ministerio de Educación del país asiático, donde aún es obligatoria una cuarentena de siete días si se contrae el virus, ha informado de que en la última semana algo más de 2.300 alumnos que se presentan este año al examen habían dado positivo por covid.
El "Suneung" supone la culminación de años de esfuerzo académico para el alumnado en un país tremendamente volcado con la educación.
Los estudiantes deben examinarse de ocho materias diferentes a lo largo de un periodo de nueve horas que incluye algo menos de dos horas para descansar y almorzar.
Una vez llega el día del examen, se incrementa la frecuencia del transporte público matutino, la Bolsa y el mercado de divisas de Seúl y los funcionarios públicos empiezan a operar una hora más tarde y la policía dispone vehículos especiales para transportar -con la sirena activada- a los alumnos hasta el centro de examen en caso de que estén retrasados.
Incluso se prohíbe que los aviones aterricen o despeguen durante el periodo en el que se celebra la prueba de comprensión auditiva de inglés y se pide a los aviones que estén a la espera de llegada que permanezcan por encima de los 10.000 pies (algo más de tres kilómetros).
La medida ha afectado este año a 18 vuelos domésticos y 59 internacionales, según informó la agencia Yonhap citando al Ministerio de Transporte.