Como ya ocurrió en la pasada legislatura con el Gobierno Draghi, el tema de las pensiones vuelve a estar encima de la mesa. La agilidad con la que en Italia nacen y mueren los Ejecutivos no ayudan a una reforma en profundidad, solicitada por Europa desde hace mucho. Más allá de las visiones ideológicas y de las diferentes leyes introducidas en la materia en las últimas legislaturas, existe un factor que influye directamente: la curva de envejecimiento demográfico de Italia, entre los países más ancianos de la UE. Las predicciones de la OCDE hablan de que Italia tendrá más jubilados que personas en edad laboral ya en 2050 lo cual, al margen de cuándo y cómo puedan adquirir sus pensiones los ciudadanos, abre el gran debate de la financiación del sistema. Si más de la mitad de la población no está en el sistema productivo… ¿Cómo se mantiene la economía? En Italia el sistema de pensiones funciona con una serie de "fondos" vinculados a las diferentes profesiones donde los trabajadores contribuyen para pagar las pensiones de las personas que ya están jubiladas, un sistema de reparto. Existen también, en algunos casos, fórmulas mixtas donde a la parte pública que corresponde por las contribuciones realizadas, se suma una parte ofrecida por la empresa privada. Precisamente por el desajuste demográfico el gasto en pensiones aumenta cada año, el pasado fueron 313 mil millones, y la tendencia es que ese gasto vaya siempre en aumento.
Así, la situación que se encuentra el Ejecutivo no es fácil. Al margen del problema demográfico, igual que tuvo que hacer Draghi y con la atípica gestión apresurada de los presupuestos, hace falta introducir una norma para las pensiones urgente, aunque sea transitoria. La intención es que la legislación del 2012, que se reactivaría el próximo enero y que establece la pensión con plenos derechos solo a 67 años (Ley Fornero), entre de nuevo en vigor. Ese es el principal problema a resolver para evitar que en el corto plazo se genere un salto desde las jubilaciones concedidas con las leyes más recientes, la última es a 63/64 años, y los que se jubilarán con la entrada del año nuevo. Este paso ya lo hizo Draghi y ahora lo tiene que repetir Meloni. Para eso el subsecretario de Trabajo Claudio Durigon habla de una “medida puente” que evite ese “escalón” para un grupo de trabajadores. Aunque insiste en que su famosa ‘Cuota 41’, anunciada en campaña electoral, y que prevé una jubilación tras 41 años de servicio sin condicionantes en la edad, se podrá aprobar más adelante. Ahora, explica él mismo, no existen las condiciones para hacerlo ya que permitiría la jubilación a mucha gente. El principal nudo es económico: Italia no tiene cómo financiar todas esas pensiones anticipadas.
Y ese es precisamente el objetivo del ministro de Economía Giancarlo Giorgetti, el único componente del Consejo de Ministros que Meloni decidió heredar de Draghi. La idea es no generar un mayor agujero al Estado, que las nuevas medidas mantengan el horizonte de gasto ya proyectado en estos años, no superior. El plan que estaría ahora encima de la mesa, según cuenta el diario italiano Corriere della Sera, es el de trabajar con dos objetivos: un sistema que permita salir del mundo laboral antes de los 67 y, al mismo tiempo, un incentivo para el que decida seguir en ocupación. Dos finalidades que tendrán que medirse a corto y largo plazo, si serán viables y, sobre todo, con desde el punto de vista financiero. Italia no puede permitirse aumentar su deuda, dicen los expertos, y, lo comparte Giorgia Meloni, como ha repetido en diversas ocasiones. Una propuesta como la lanzada en campaña electoral, la Cuota 41, costaría 4 mil millones de euros que ahora el país transalpino no tiene, y seguiría aumentando el coste por el envejecimiento poblacional en los años sucesivos. Lo que defiende el Ejecutivo es que con un “arreglo” inicial, que implicaría una jubilación más tardía, el coste podría rebajarse y luego se afrontaría una reforma más cercana a lo propuesto en campaña.
Pero la oposición critica que el Gobierno de Giorgia Meloni haya encontrado un plan b ahora para afrontar el tema de la pensiones y haya cambiado ruta porque, se ha dado cuenta, de que no era realizable. Así lo ha expresado en un tuit Chiara Gribaudo, subsecretaria de la Comisión de Trabajo del Parlamento e importante exponente del principal partido de oposición, el PD: “La realidad desenmascara una vez más este gobierno y su propaganda. Sobre las pensiones prometían la luna y, al final, salen con una “medida puente”. La sensación que rodea a estas primeras gestiones económicas es que, llegados al Gobierno y en una situación tan delicada para el país, muchas medidas están en sintonía con lo realizado por Draghi. El ministro de Economía elegido por Meloni es un gesto continuista y el tema de las pensiones el primer ejemplo claro.
Una opinión que comparte Franco Bruni, profesor emérito de Economía de la Universidad Bocconi de Milán. "Por ahora en la proyección de los planes económicos del Gobierno veo mucha prudencia. Estaba claro que las medidas nombradas en la campaña electoral eran muy costosas y que Italia ahora no se lo puede permitir. Lo que es más preocupante es el contraste con la propaganda que se hace y con lo que realmente se plantea: hay una gran distancia. Lo digo por miembros del Gobierno como Matteo Salvini que insisten en que se cumplirán las medidas de la campaña como la rebaja de los impuestos o la reforma de las pensiones, pero en realidad el plan económico es muy cauteloso y no va en esa línea. Esos discursos pueden ahuyentar a los mercados", explica. Bruni hace referencia a las declaraciones públicas del vice premier y Ministro de las Infraestructuras, el líder de la Liga, que insiste en que el mapa económico electoral se está siguiendo. Por ahora, añade el profesor emérito de Economía, “las cuentas presentadas se mantienen muy cercanas a las previsiones de Draghi”.