Un ladrón de 19 años ha muerto de un disparo en el pecho después de que el hombre al que intentaba robar el coche en San Justo, Argentina, sacase una pistola y abriese fuego contra él. Tras ello, lejos de llamar a los servicios de emergencias, se bajó del vehículo y se marchó a trabajar. El suceso, que ha causado un gran impacto social, es ya objeto de debate en las redes, donde muchos aseguran que los problemas de seguridad en el país, donde hace solo dos meses intentaron matar a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, hacen legítimo tomarse "la justicia por su mano". Otros, por su parte, denuncian que más muertes y más armas no deben ser parte de ninguna solución.
Los hechos, concretamente, sucedieron en la citada localidad bonaerense, donde Ulises Leonel Camacho Luque, delincuente reincidente, volvió a intentar el robo de un coche solo un mes después de haber salido de la cárcel por este mismo delito.
Esta vez, el joven ladrón se topó con un ingeniero en electrónica de 54 años que decidió aplicar su propia justicia por su mano. Concretamente, por el cañón de su Bersa calibre 45, con la que disparó un balazo mortal al asaltante, que le sorprendió cuando se encontraba a bordo de su vehículo.
Poco después de acabar con su vida, se bajó del coche y se marchó a pie al trabajo. Fueron las personas que se encontraban en los alrededores las que, al advertir el cuerpo del ladrón tendido en el suelo, llamaron a las autoridades, que inmediatamente comenzaron a investigar los hechos.
Para ello, como parte de las pesquisas efectuadas, consultaron las cámaras de seguridad de la zona, las cuales registraron el suceso. Gracias a ella, la policía comenzó a buscar el vehículo implicado, identificando a su conductor.
De este modo, rastreando la zona, encontraron el coche a pocos metros de la escena donde sucedieron los hechos y descubrieron que el autor del disparo se encontraba en su puesto de trabajo. Una vez aquí, procedieron a identificarle, le requisaron el arma y le notificaron la apertura de una causa contra él por el homicidio del joven, si bien fue liberado por orden fiscal tras ser detenido, dado que se consideró en un primer momento que actuó en legítima defensa.
Tras el suceso, que ha provocado un enorme revuelo mediático en argentina, la familia del ladrón, que contaba con antecedentes penales y un amplio historial delictivo, denuncia la forma de actuar del hombre que acabó con su vida, subrayando que no debió tomarse la justicia por su mano, que debió pensarse dos veces si disparar su arma y que tendría que haber llamado a la ambulancia después de ello.
“Mi hijo tendría que estar preso, no muerto”, ha lamentado su madre, quien añadía, en declaraciones recogidas por el medio argentino Clarin: “Mi hijo me tendría que haber enterrado a mí. Y ahora yo lo tengo que enterrar a él. Lo dejaron tirado ahí, una hora, ni siquiera llamó a la ambulancia".
Junto a su cuerpo sin vida, las autoridades encontraron un arma simulada; una réplica de juguete.
Por su parte, el citado medio apunta que el ingeniero, sobre el que existe causa abierta, es un fanático de la caza que está casado, tiene dos hijos y trabaja en una empresa de procesamiento de datos: “Siempre me gustó cazar, me gusta cazar y me va a seguir gustando cazar”, expresaba en sus publicaciones en las redes sociales.