En Brasil, más de 24 horas después de su derrota en la segunda vuelta, Jair Bolsonaro guarda silencio, lo que alimenta la tensión en las calles del país. Desde la pasada madrugada, sus simpatizantes protestan por el resultado electoral, que da la victoria a Lula Da Silva, y grupos de camioneros bloquean algunas de las principales carreteras del país.
“Los camioneros paramos Brasil", grita el líder de uno de los grupos que han cortado una carretera. En total, más de doscientas están bloqueadas en todo el país.
Solo se permite el paso a los camiones militares, recibidos con aplausos. La tensión ha llegado en algún caso a intentos de atropello como el de un conductor enfurecido que embiste a una multitud. Esta responde emprendiéndola a golpes con el coche.
El Tribunal Supremo ha ordenado a las autoridades de los estados que sus policías militares desbloqueen las vías e identifiquen a los responsables. Cuando se pregunta a los saboteadores, todos responden de la misma manera: Lula da Silva no debería estar en la presidencia, sino en la cárcel.
La situación se agrava por cada minuto que el todavía presidente Jair Bolsonaro se mantiene en silencio. Ya van 36 horas. Su círculo más cercano asegura que no impugnará el resultado electoral, pero que no haya reconocido todavía su derrota ni haya felicitado a Lula -cosa que ya ha dicho que no hará- enturbian el ambiente en una democracia como la brasileña, aún vulnerable.