Han sido las elecciones más reñidas en Brasil desde el retorno de la democracia. El izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva se convertirá en presidente del gigante latinoamericano tras imponerse en una ajustadísima victoria al actual mandatario de extrema derecha, Jair Bolsonaro (un 50,9% frente a un 49,1%). El líder del Partido de los Trabajadores ha resucitado políticamente tras pasar 20 meses en la cárcel. "Intentaron enterrarme vivo y ahora estoy aquí para gobernar el país", ha dicho tras conocer su triunfo en los comicios del domingo.
El antiguo sindicalista, que acaba de cumplir 77 años, llegó al poder por primera vez hace casi dos décadas (gobernó entre 2003 y 2010). Se despidió con una aceptación récord del 87%. Después llegaron los problemas judiciales. Pasó 580 días en la cárcel acusado de corrupción pasiva y lavado de dinero por la denominada Operación Lava Jato, una trama con la que se lucraron políticos y empresarios.
Él siempre proclamó su inocencia y se declaró víctima de "una persecución política". Fue puesto en libertad en 2019. En 2021, el Tribunal Supremo anuló por unanimidad todas las condenas al considerar que el proceso capitaneado por el juez Sergio Moro no había sido imparcial. Moro, por cierto, se convirtió en ministro de Justicia con Bolsonaro.
El resultado refleja la fuerte polarización que se vive en la sociedad brasileña, un escenario en el que se han batido dos figuras antagónicas y con el que Lula tendrá que lidiar en su tercer mandato. Ha mostrado su intención de unir a un país dividido, pero parece que no lo tendrá fácil tras unos comicios caracterizados por un clima muy bronco y con un resultado muy ajustado.
Al frente de una amplia coalición de centro izquierda, Lula ha prometido combatir el hambre y el paro. Durante sus anteriores mandatos, su Gobierno proclamó que había conseguido sacar de la pobreza extrema a casi 30 millones de brasileños con programas sociales que se convirtieron en seña de identidad de su gestión. El país, rico en recursos naturales, experimentó en aquel entonces un gran crecimiento económico beneficiándose de los altos precios de las materias primas. Pero el contexto económico al que hace frente ahora, tras la pandemia de la covid, es distinto.
Lula ha promedio atraer inversiones extranjeras y limpiar la reputación internacional del país, cuya imagen considera socavada por Bolsonaro. Por otro lado, ha hecho un llamamiento a la cooperación internacional para preservar la selva amazónica cuya nivel de deforestación ha alcanzado cifras récord bajo el actual mandato, según los críticos.
Tras confirmarse el triunfo de Lula, Bolsonaro ha guardado silencio en las primeras horas. Antes de la primera vuelta electoral, el mandatario llegó a sembrar dudas sobre si aceptaría una posible derrota alimentando la sombra del fraude electoral. Deberá abandonar el cargo el próximo uno de enero, fecha en que su rival asumirá la presidencia.