El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha retomado su campaña de bombardeos sobre Ucrania. Las tropas del Kremlin lanzan misiles a muchos puntos del país, dejando fallecidos cada día, pero también está enviando enjambres de drones kamikaze iraníes, como se ha podido ver en el centro de la capital, Kiev. Hablamos de los Shahed-136: estos dispositivos que surcan el cielo para sembrar el terror en la guerra tienen unas características específicas. Destacan, sobre todo, por ser baratos.
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, ha asegurado que este lunes se ha producido un ataque en oleadas sucesivas de 28 drones. Muchos de ellos han sido derribados por la defensa ucraniana, aunque han provocado varios fallecidos. El Kremlin intenta evitar así agotar sus reservas de misiles de precisión de largo alcance, recogen fuentes locales.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, destacó recientemente que Rusia encargó 2.400 Shahed de Irán, incluyendo los modelos 129 y 191, además del 136, aunque Moscú los ha rebautizado como Geran-2. Desde EEUU afirman que también han recibido Mohajer-6.
Los drones kamikaze Shahed-136 fueron detectados por primera vez en el campo de batalla de la región de Járkov el pasado mes de septiembre. Desde entonces se han registrado ataques en Kiev, Odesa, Dnipro o Zaporiyia. Teherán niega que haya aportado estos dispositivos a Rusia, pero Kiev asegura que sí lo han hecho: ¿Cómo son?
Moscú recurre a estos dispositivos fabricados en Irán debido a las dificultades de fabricación en su territorio. Ucrania cree que están siendo lanzados desde la península anexionada de Crimea, lo que les permitiría alcanzar cualquier lugar de Ucrania. La velocidad de los drones permite que las alarmas de ataque aéreo avisen con tiempo a la población para que puedan refugiarse. Un Shahad-136 puede tardar tres horas en alcanzar una localidad como Bila Tserkva, a 500 kilómetros de Crimea.