En Italia dirigirá el Senado un coleccionista de bustos de Mussolini y la Cámara un ex fan de Putin
La elección del presidente del Senado se decanta por Ignazio la Russa en el cargo, fuerte exponente de Hermanos de Italia
El partido de Berlusconi rompe el pacto del centro derecha y no vota al candidato para presionar a Meloni abriendo una fisura en el centro derecha
En la Cámara se llega a un acuerdo más completo y estará al mando un representante de la Liga de Salvini
Giorgia Meloni lleva semanas cerrando acuerdos para esta legislatura con sus socios de la coalición de centro derecha, Matteo Salvini de la Liga y Silvio Berlusconi de Fuerza Italia. La jornada del jueves no solo daba inicio al nuevo curso político, también era el primer termómetro para determinar qué frutos habían dado las innumerables reuniones desde el 25 de septiembre habituales en cualquier formación de Gobierno. Pero las tensiones entre los tres aliados, ya advertidas durante los últimos meses previos a las votaciones, auguraban que no sería fácil el equilibrio de poderes en cosas tan concretas como el número de ministerios para cada uno o como se elegía en estas horas, los presidentes de las cámaras. Pero Giorgia Meloni ha ganado las elecciones, tiene el poder de los votos a sus espaldas y las dos jornadas inaugurales de la legislatura son una prueba de su poder. Era suyo el candidato que, tras ganar, desempeñará el fundamental rol del presidente del Senado, segundo cargo más importante del Estado, Ignazio la Russa. Una propuesta que nacía blindada, como luego demostraron los acontecimientos de una política italiana siempre más “italianizada”. Era también favorable a Lorenzo Fontana, recién nombrado Presidente de la Cámara, exponente de la Liga. Giorgia se centraba, sobre todo, en superar esta primera fase lo antes posible y, sin duda, lo ha conseguido.
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Meter cada pieza en su sitio es complejo, los presidentes de la Cámara son un rol institucional pero con un fuerte poder simbólico. En las horas precedentes trascendía a la prensa que existía un acuerdo entre Meloni, Salvini y Berlusconi a favor de Ignazio la Russa, pero las cosas, una vez más, no eran como parecían. La jornada en el Senado estuvo protagonizada por la reaparición del ex cavalliere que volvía a ocupar un escaño tras salir del Senado hace nueve años por una inhabilitación por fraude fiscal. Para Silvio Berlusconi la jornada del jueves era una especie de rivincita a sus 86 años para demostrar que su papel seguía siendo protagonista en la política del país. Pero no había consenso con Giorgia Meloni, Fuerza Italia bloqueaba su apoyo porque reclamaba una serie de ministerios, entre ellos para una de las más fieles del ex primer ministro, Licia Ronzzuli, sentada ayer durante toda la jornada a su lado, que la líder de Hermanos de Italia aún se niega a ceder. Decidían así, no votar en la primera votación por el candidato “estrella” La Russa para demostrar su disidencia, como luego confesó el propio Berlusconi. Pero mientras Fuerza Italia preparaba esa estrategia, Giorgia Meloni ya tenía su plan en acción. Finalmente La Russa es elegido, por sorpresa de todos, a pesar de la falta de votos de los socios de centro derecha, los de Berlusconi. Así, de inmediato, las voces en el Senado comenzaron a correr: ¿Quién lo ha votado en la oposición amparado por el voto secreto?
Los llamados francotiradores -votos que rompen con la tendencia esperada respaldados por el anonimato- se convierten, así, una vez más, en protagonistas en la política italiana. Pronto los rumores hablan ya de Matteo Renzi, el famoso kingmaker -estratega político- del país que muchos dicen habrá hecho de nuevo “de las suyas”. Aunque el ex primer ministro desmiente, varios periodistas históricos recuerdan en los pasillos del Senado que ya en otras ocasiones ha hecho elecciones de este tipo sin reconocerlo. A esos votos se unen también otros que han resultado “decisivos” y que aún no se atribuyen con claridad pero que podrían venir de senadores vitalicios y de otros partidos de la oposición como el M5S o, incluso, el líder del centro izquierda, el Partido Democratico. Con incredulidad comentan la jugada entre los partidos políticos a la salida de la votación. El presidente del Senado será, sin duda, de Hermanos de Italia pero no ha sido votado por los socios de coalición. Una rotura con Berlusconi que se verá, en los próximos días, si se queda en una anécdota y si será representativa en el siguiente gran paso y el origen de todas las disidencias: la elección de los ministros.
Mientras tanto La Russa llega para recoger el testigo de las manos de Liliana Segre, la senadora vitalicia encargada de guiar la jornada de transición entre la pasada legislatura y la actual. Se produce la imagen del día: Segre, superviviente del Holocausto e icono transversal en Italia deja el estrado a Ignazio la Russa que empezó su militancia política, como Giorgia Meloni, en el partido posfascista italiano Alianza Nacional y que lleva de segundo nombre Benito, en honor, por el amor que le tenía su padre, al dictador italiano. La Russa lleva toda la vida en política, ayudó a fundar Hermanos de Italia y siguió su carrera institucional como ministro de Defensa en un Gobierno Berlusconi y, en la anterior legislatura, como vicepresidente del propio Senado. Como la futura premier ha recorrido el “pasaje” político de los partidos nostálgicos del fascismo a los márgenes democráticos de la República, dentro del arco parlamentario y, a día de hoy, de todos lados valoran su trayectoria política, alargada, de la vieja guardia. Agradeció en su discurso a todos los que lo habían votado, “también los de fuera del centro derecha” y es que, al final, ahí estaba la clave de todo.
Las reuniones siguieron hasta altas horas en un puente entre el jueves y el viernes para resolver el nudo de la Cámara de los Diputados. Los acuerdos de la coalición de centro derecha hablaban de varios candidatos, todos de la Liga de Matteo Salvini, concesión pactada con la propia Giorgia Meloni y, finalmente, el deseo principal de la líder de Hermanos de Italia se cumple. O sea, conseguir colocar los dos presidentes de la Cámaras lo antes posible, sin mucho revuelo y para ponerse de nuevo con las negociaciones de los ministerios. La mañana del viernes convierte en presidente de la Cámara de los Diputados a Lorenzo Fontana, hoy sí, con el consenso de todo el arco de centro derecha cuando aún se intenta entender los ánimos tras la rotura del jueves de Silvio Berlusconi. El desde ahora presidente es uno de los más fieles de Matteo Salvini, le llaman aquí su Sancho Panza. Alineado con posturas rusas en diversas ocasiones, organizador World Congress of Families, evento del conservadurismo cristiano y en contra del matrimonio homosexual, del aborto y de los derechos LGTBI. Su nombramiento causa un gran revuelo en la oposición de centro izquierda y en la sociedad italiana sorprendida ante los perfiles de ambos, ahora, representantes institucionales.