Linda Luise Torello, una estadounidense de 66 años, murió después de que le diagnosticaran cáncer, en 2017. Fue enterrada en un cementerio de Orangetown, localidad del condado de Rockland, en el estado de Nueva York, Estados Unidos, donde sus familiares acuden para honrarla y recordarla. Sin embargo, no todas las personas que visitan su tumba lo hacen con esa intención, porque desde hace tiempo la familia de Linda había detectado que alguien estaba profanándola dejando heces junto a la lápida y orinando sobre ella “casi todas las mañanas”. Tanto era así que Michael Murphy, el hijo de Linda, de 43 años, activó todos los protocolos necesarios para instalar una cámara oculta y descubrir a la persona responsable de estos actos, algo que le condujo a una desagradable sorpresa y, en esencia, a dar con un viejo conocido.
Profundamente dolidos y enfadados por unos actos tan repudiables, la familia activó entonces todos los mecanismos necesarios para obtener los permisos de la Iglesia Reformada de Tappan, a la que pertenece el cementerio, y poder instalar la cámara, que resulto fundamental para atrapar al delincuente y dar con su identidad. Con ello, consiguieron “semanas” y hasta “meses de evidencia” de que, en efecto, un hombre estaba profanando la tumba de Linda. Con ello, lo denunciaron ante la policía y, más allá, dieron cuenta en las redes sociales de lo que estaba ocurriendo, compartiendo un vídeo en el que se aprecia claramente cómo orinaba sobre la lápida de la fallecida.
“Un hombre del condado de Bergen, Nueva Jersey, ha estado dejando bolsas de heces y orina en la lápida de mi madre casi todas las mañanas”, contaba el hijo de la fallecida, indicando además que el hombre a veces acudía incluso acompañado con su esposa y que, en efecto, se conocían de antes y llevaban “desde 1976 más o menos”, sin tener contacto con él.
Concretamente, el hombre es un exmarido de Linda. Se divorciaron en 1974 y, al parecer, como constatan todas las pruebas recabadas, sigue guardando un enorme rencor 48 años después de su separación, y cinco después del fallecimiento.
“No estamos seguros de cómo encontró la tumba de mi madre, pero esto se remonta a un problema de hace casi 50 años”, ha contado Michael Murphy, explicando que llegaron a ver cómo profanaba la tumba incluso en cuatro ocasiones consecutivas, tal como recoge Daily Voice.
Sumidos en la indignación y tras el desagradable suceso, ahora la familia espera que las autoridades puedan castigarle con el debido peso de la Justicia.