Tras 200 días de guerra y una situación que llevaba meses estancada Ucrania parece haberle dado un vuelco al escenario bélico con una contraofensiva relámpago que, según sus fuentes, les ha hecho 'liberar' más de 3.000 kilómetros cuadrados de terreno en la región de Járkov, al este del país.
Los motivos del éxito ucraniano hay que buscarlos en el apoyo occidental, tanto en labores de inteligencia como en la entrega de material bélico, pero también, señalan los analistas, en una cierta desorganización y desabastecimiento de los contingentes rusos que podrían haber facilitado el rápido avance ucraniano en su operación relámpago.
Según el Instituto para el Estudio de la Guerra, una organización de investigación política centrada en la seguridad nacional de Estados Unidos, Ucrania ha logrado colapsar el frente norte ruso del Dombás y la retirada de las tropas rusas que se encontraban en los alrededores de la ciudad de Izium no está siendo ni controlada ni estratégica, como asegura Moscú, sino más bien una huida apresurada para escapar del cerco al que las fuerzas ucranianas que el sábado anunciaron la liberación de la ciudad.
Los mismos analistas destacan que la operación relámpago lanzada por Ucrania el pasado 6 de septiembre ha logrado penetrar en las líneas hasta ahora controladas por Rusia hasta 70 kilómetros en algunos lugares. De confirmarse las informaciones, Ucrania habría logrado hacerse con más territorio en cinco días del que Rusia ha conseguido ocupar desde abril y la contraofensiva podría considerarse como la mayor victoria de Ucrania en la guerra desde la liberación del óblast de Kiev.
El avance ucraniano ha reconfigurado el devenir de la guerra. Rusia perdía Izium el sábado. La ciudad se había convertido en bastión ruso para dirigir y coordinar la invasión en el este de Ucrania desde febrero. A Moscú le costó semanas y una cruenta batalla hacerse con ella en primavera. Ucrania la ha recuperado ante unos defensores en retirada en cuestión de días.
Izium puede ser el mayor éxito de la contraofensiva ucraniana de los últimos días, pero no es la única. Balekleya, Chkalovske y una decena de poblaciones más habrían sido liberadas por Ucrania durante un fin de semana en el que se han sucedido las imágenes de soldados ucranianos izando banderas azules y amarillas, remolcando tanques rusos, o arrancando carteles con propaganda de Moscú a medida que avanzaban.
Según el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas, este domingo, unos 150 militares rusos habrían abandonado las localidades de Borshcheva y Artemivka, en la región de Járkov, en dos autobuses, un camión y 19 coches "robados", dejando tras de sí importantes suministros y material entre el que se contarían cuatro camiones Kamaz y 20 vehículos blindados Tiger. Además, según Kiev, más fuerzas rusas se habían batido en retirada de varias localidades de la provincia de Jersón.
Moscú no reconoce oficialmente que Ucrania los esté obligando a retirarse en el este del país. Su ministerio de Defensa sí ha reconocido el repliegue de sus tropas en algunas zonas aunque, al contrario que Kiev, no lo atribuye a derrotas militares sino a razones tácticas para reforzar las posiciones en la vecina región de Donetsk. De hecho, Moscú informaba este domingo de que sus fuerzas habían logrado evitar que el "enemigo" se abriese paso en una de las líneas de defensa, según publicaba la agencia Interfax.
Dichos ataques han sido reconocidos por Ucrania, que los califica de operaciones de reconocimiento aéreo y de sabotaje para dificultar su avance. Pero Kiev reconoce que las bombas rusas han caído este domingo en 15 localidades ucranianas entre las que se cuentan Dergachi, Kramatorsk, Kostiantinivka, Dnipro, Voznesensk y Nikolaev, entre otras.
La mayoría de los analistas coinciden en que la contraofensiva relámpago de Ucrania en Járkov puede marcar un punto de inflexión en la guerra. Sin embargo, los hay que apuntan a que Rusia aún tiene cartas por jugar. Por un lado, la guerra energética. La que libra en la propia Ucrania y contra Occidente.
A última hora de la tarde de este domingo el presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, denunciaba que Rusia había dejado a oscuras las regiones de Járkov y Donetsk y que había cortado el suministro eléctrico parcialmente en las de Zaporiyia, Dnipro y Sumy. "Los terroristas rusos siguen siendo terroristas y atacan las infraestructuras críticas. No hay objetivos militares, sólo el objetivo de dejar a la gente sin luz ni calor", escribía Zelenski.
La energía es un arma que Moscú está usando, y seguirá haciéndolo, para tensionar el mercado energético europeo. Este domingo, el ministerio de energía ruso insistía en que le resultaría "imposible" vender gas o petróleo a aquellos países que le pongan un tope a los precios, algo que pretende hacer la Unión Europea. Las amenazas y los chantajes en este sentido pueden provocar un debilitamiento en los apoyos a Ucrania cuando llegue el frio y Moscú lo sabe. Rusia podría volver a recurrir al general invierno.
Tampoco hay que olvidar que Rusia es una potencia nuclear y analistas como Guillermo Pulido, de la' Revista Ejércitos', no descartan que Moscú fuera capaz de recurrir a un 'demostración atómica' que tensionará el conflicto a nivel geopolítico ante sus derrotas en un escenario bélico convencional que le está infringiendo Ucrania con un arsenal cedido por las potencias occidentales.
En lo que va de guerra, y según fuentes ucranianas, Rusia habría perdido 52.650 militares en la guerra. 400 sólo en las últimas 24 horas.