La única visita de la reina Isabel a España; el Greco, camisetas de Cobi para los nietos y la velada mención a Gibraltar
El viaje duró una semana, incluyó dos días de visita privada a Mallorca, flamenco en Sevilla y el museo Picasso de Barcelona
Pese haber realizado más de 200 visitas oficiales fuera del Reino Unido, solo en una ocasión vino a España, y cuando lo hizo tenía ya 62 años
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Para cuando la reina Isabel II visitó oficialmente España ya había visitado Canadá una docena de veces, tres Francia y había hecho ya un centenar de visitas a países de los cinco continentes. Muchos kilómetros para una monarca, única ciudadana de su país, exenta de tener pasaporte y que falleció el jueves tras casi 70 años de reinado. Isabel II y su esposo el duque de Edimburgo llegaron en octubre de 1988. Ella tenía ya 62 años, gobernaba el PSOE de Felipe González y España, según decían los medios de la época, se había puesto de moda; ese verano habíamos superado los 50 millones de turistas y también había llegado la primera patera.
Sería el último viaje oficial de ese año para la pareja que había visitado esa primavera Austria y los Países Bajos. En julio el entonces jefe del Estado, Juan Carlos de Borbón -primo de Isabel- se había reunido con la pareja en Londres tras recibir el doctorado honoris causa en el Fitzwilliam College y había conseguido cerrar los últimos flecos. Una cena privada en el palacio de Buckingham de las dos parejas fijó los detalles definitivos de un viaje de 7 días a España que incluían Madrid, Sevilla, Barcelona con fin de semana privado en Mallorca.
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La pareja llegó a Madrid en avión real, relatan las crónicas de la época, a mediodía y fueron recibidos por el entonces príncipe de Asturias, y hoy rey Felipe VI, almorzaron con los reyes en La Zarzuela y, por la noche, se les ofreció la primera cena gala en el Palacio Real. Isabel vestía un impoluto traje blanco y tuvo oportunidad de conversar con su primo Juan de Borbón, el padre del rey con quien mantuvo dos días después un encuentro privado en su residencia de Puerta de Hierro, té incluido.
Los dos discursos de la reina
Los dos días que pasan en Madrid- el 18 y 19- la agenda está repleta. Las crónicas políticas de esos días no son muy diferentes de lo que suele pasar en visitas de este lustre. "Férreo protocolo", "Cortes de tráfico por la visita...", el timing del viaje, incluye: corona corona de flores en el monumento a los caídos, visita al ayuntamiento, y al Congreso de los Diputados - entrega de las medallas del Congreso y del Senado y un ejemplar de la Constitución- y por supuesto el museo de El Prado.
El martes 18 Isabel II y el duque de Edimburgo almuerzan en La Moncloa, el menú corre a cargo del cocinero vasco Juan Mari Arzak. No fue ni el "txangurro con sal", ni la "merluza de Fuenterrabía con almejas en salsa verde", lo que trascendió de la propuesta culinaria. La gloria -algunos dicen con sorna que estuvo a punto de romper el buen clima de la comida- se la llevó la "chalota de paloma torcaz y berenjenas". Isabel II había hecho solo unas horas antes una mención muy velada al único conflicto abierto entre ambos países; Gibraltar. "El construir sobre nuestras experiencias compartidas y abordar áreas de incomprensión histórica permitirá a nuestras dos naciones desempeñar un papel en el futuro desarrollo de Europa".
"¿Dónde está el despacho?"
A la inauguración del la exposición "Wellington y España, la alianza de dos monarquías", un acto académico en la Complutense, le siguió una visita a El Escorial. Allí llegaron las dos parejas reales en un coche que conducía el monarca español. El prior de la comunidad agustina les hizo de guía. Pese haber ordenado la construcción del templo Felipe II, que puso en jaque a los británicos, el religioso contó años después que ella estuvo "más afectuosa de lo que parece" y que la visita fue tranquila. Dos anécdotas han trascendido de ese día, La impresión de Isabel II por la biblioteca y los Greco y la pregunta del duque de Edimburgo de dónde se encontraba el despacho del monarca.
El séquito se traslada el 20 de octubre a Sevilla, donde pasan el día y tienen la oportunidad de asistir a un espectáculo de flamenco en los Reales Alcázares. Por lo que contaron después bailarinas del cuerpo de baile de "Abarizuela", no terminó por entusiasmar a los británicos. "Muy fría, guardando su pose", contaron en cuanto se hubieron marchado.
De Sevilla a Barcelona y su encuentro con Pujol
El protocolo y la agenda de los reyes británicos en Barcelona hace 34 años si algo provocó en la ciudad además de las incomodidades del tráfico fue entusiasmo, incluido el del entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Fue el anfitrión de los reyes a los que recibió en la sala San Jordi de la Generalitat y a quien les agasajó con una estatua de plata del patrono de Cataluña y de Inglaterra. A cuatro años de la Barcelona olímpica el programa por la ciudad incluía visita al estadio olímpico en obras. De la visita a las obras Isabel II solo pidió una cosa, camisetas de Cobi (la mascota de Barcelona 92) para sus nietos. Hubo tiempo para visitar el museo Picasso, almorzar en Pedralbes, la inauguración de un colegio, un paseo corto...que terminó con un medio catarro de la reina de Inglaterra. La pareja cerró la visita oficial a España, la única que hizo en sus 60 años de reinado, con una recepción en el barco en el Britania. Allí invitaron a Tápies, a los cantantes José Carreras, Montserrat Caballé y Victoria de los Ángeles, los doctores Dexeus, Puigvert y Barraquer, el arquitecto Ricard Bofill, el diseñador Mariscal y los propietarios de las cavas Codorniu, Freixenet y Torres.
De la parte privada del viaje se sabe menos, pocas fotos de su estancia en Mallorca o en la Cabrera. Los periódicos locales icuentan que desde donde estaba fondeado el Britannia pudieron contemplar la Dragonera y la bahía de Palma, pero también una pintada en el muro del rompeolas del dique, con un “Gibraltar español” en rojo.