La invasión rusa en Ucrania, que ahora cumple seis meses, ha traído un nuevo orden geopolítico mundial con una serie de implicaciones a diferentes niveles. El tema del gas y, de forma más general el tema de la electricidad, ha sido protagonista desde entonces en un nuevo escenario en el que los esquemas que habían funcionado hasta el momento han tenido que reinventarse. Italia tuvo claro desde el principio que su situación era muy compleja y que tenía que rebajar su gran dependencia rusa, hasta el 40% del gas que importaba, diversificando al máximo sus proveedores. En gran medida lo ha conseguido, ahora lo que se importa al Kremlin ronda el 18%, menos de la mitad. La operación en marcha se concluirá definitivamente a finales de 2023, pero los acuerdos con países como Azerbaiyán, Qatar, Congo y, sobre todo, Argelia, que se ha convertido en el principal proveedor de gas en Italia, han creado un situación bastante menos catastrófica de lo que se esperaba para este otoño. El principal objetivo del Ejecutivo durante este tiempo era utilizar ese gas, que compraba en tantos puntos del planeta, para llevar las reservas nacionales al 90%, asegurando un respaldo al país cuando la corriente de gas ruso se corte definitivamente. Por ahora, donde los suministros ya están reducidos al 20% de su capacidad, este inicio del mes de septiembre estará caracterizado por cortes en el gasoducto Nord Stream, que trae gas ruso, por “manutención”, lo que supondrá un ensayo de lo que puede llegar en el futuro.
Las reservas de gas en Italia están en este momento, a finales de verano, en la segunda mejor posición europea superando ya el 80%, según ha asegurado el propio Draghi en una reciente intervención desde Rímini. Tal y como se ha podido saber a través de fuentes técnicas el ritmo es muy favorable. A nivel general, en Europa, se han almacenado 854,56 TWh con un stock medio del 77,74%, lo cual coloca al país transalpino por encima de la media de la UE. Aún así eso puede no ser suficiente, los últimos informes, especialmente el lanzado por el MES (Mecanismo europeo de estabilidad) predicen que, a pesar de que las reservas italianas están controladas, si el corte de suministro ruso se produjese ahora duraría más allá de final de este año. Por esta razón se espera que los ministros de la cartera energética se reúnan a mediados de septiembre para adoptar otro plan de medidas “de emergencia” y que la estrategia se refuerce, tal y como quiere la UE, en el ahorro energético.
Aunque el escenario no es aún en este momento grave, el Gobierno de Draghi no ha descuidado las indicaciones de Europa en cuanto ahorro energético. El objetivo compartido en toda Europa es reducir el consumo total de gas en un 15 % para marzo. Para Italia, el compromiso se reduce a la mitad. El plan en el que trabaja el Ejecutivo desde hace tiempo, aunque no se prevé que se ponga en marcha porque está en funciones hasta las nuevas elecciones el 25 de septiembre, está relacionado con la cantidad que podría faltar en los próximos meses. Las medidas prevén tres niveles de emergencia, en función del empeoramiento de la situación. Dada la situación favorable no se prevén en este momento cambios en el nivel de alerta ni grandes restricciones en el consumo doméstico. Eso sí, a los ciudadanos se les animará, a través de una fuerte campaña publicitaria que comenzará en septiembre, a estar atentos al consumo. Además se prevé, si empeorase la situación, un mayor control en la temperatura de edificios públicos, del alumbrado, un cierre anticipado de tiendas y locales y una reducción de la actividad de algunas industrias que conllevan un gran consumo energético. El gas también se utiliza para producir electricidad: en Italia más del 44% de la electricidad se produce a partir del gas.
La crisis del gas, generalizada en toda Europa, se ha concretado estos últimos días en el coste medio de la energía que ha llegado a los 713,69 euros el megavatio hora con picos que han llegado en Italia a los 870 euros. Italia es mucho más vulnerable a estos picos en la subida del precio porque lo que sube es el precio del gas natural, predominante en su mix energético, o sea, en el conjunto de fuentes de energía que alimentan el país, donde ronda el 40%. Los precios ya están fuera de control en este momento, pero la situación podría incluso empeorar: Gazprom ha hecho saber que el precio del gas en Europa podría aumentar un 60% el próximo invierno. Siempre a causa de una demanda que ha menguado, pero sigue ahí, y una provisión de la materia prima cada vez más escasa por parte del Kremlin
El gran plan de Mario Draghi para frenar la escalada de inflación en el gas a nivel europeo. Fue su propuesta el pasado mes de junio en Bruselas y aún sigue encima de la mesa. La incerteza de los próximos meses obliga a coordinar la estrategia de los países miembros y Europa estudia ahora la viabilidad técnica de la medida que impondría un tope máximo en los precios de gas y evitaría las oscilaciones actuales que tanto penalizan a las familias y empresas europeas. La presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, expresó su voluntad de encontrar un punto de encuentro entre los 27 países miembros que pueda ya ponerse en marcha este otoño, cuando los calentadores se encenderán y el consumo de energía aumentará hasta finales de marzo.