El gas eleva al borde de la escalada la tensión entre Israel e Hizbulá

  • El partido-milicia chiita asegura “estar preparado para la guerra” con Israel si este comienza las extracciones de gas en una zona que el Líbano se considera propia. La organización pro iraní ha enviado en las últimas semanas drones al yacimiento de gas de Karish, situado en aguas del Mediterráneo orienta

  • Con la mediación estadounidense, Tel Aviv y Beirut negocian la delimitación de sus fronteras marítimas. Israel ofrece al Líbano, que vive su peor crisis económica de las últimas décadas y está ávido de fuentes energéticas, realizar sus propias excavaciones de gas en el yacimiento de Karish, situado en la zona en disputa

  • El Cairo, Damasco y Beirut firmaron en junio un acuerdo auspiciado por Washington para transportar gas natural desde Egipto hasta el Líbano pasando por Siria. Un proyecto que rehabilita Assad pero trata de alejar al Líbano de Irán

Recién concluida la operación israelí contra la Yihad Islámica en la Franja de Gaza, el centro de la atención se sitúa ahora en las renovadas tensiones entre Hizbulá e Israel cuando se acaban de cumplir 22 años de la retirada israelí del sur del Líbano. La milicia pro iraní que lidera Hassan Nasrallah ha amenazado con “cortar la mano” a Israel si la administración Lapid comienza las extracciones de gas en el yacimiento de Karish, que desde el país de los cedros se considera situado dentro de sus aguas territoriales. Mientras tanto, el Líbano atraviesa una gravísima crisis económica, con cortes de luz diarios desde hace ya varios años –en estos momentos el Estado garantiza apenas dos horas de electricidad al día.

“Hizbulá está preparado para la guerra con Israel si este decide comenzar las perforaciones en busca de gas en los campos de Karish el primero de septiembre, si no se llega a un acuerdo entre Líbano y Tel Aviv en las semanas que quedan”, afirmaba este martes Nasrallah en términos similares a los de semanas precedentes. “El petróleo, el gas y los recursos hídricos del Líbano deben permanecer bajo su control y a nadie se le debe permitir robarle al país”, zanjó el líder de Hizbulá en un discurso televisivo. La  escalada verbal comenzó a comienzos del pasado mes de junio, cuando Israel desplazó hasta esta zona del Mediterráneo oriental a un petrolero. El 2 de julio Tel Aviv reveló haber derribado tres drones enviados por Hizbulá –y derribados por su sistema antimisiles- al área de Karish.

No debe extrañar que Israel no ha permanecido silente ante las amenazas del partido-milicia chiita: el Gobierno presidido por Yair Lapid ha advertido a Hizbulá que responderá con dureza si las instalaciones de la reserva de gas de Karish es blanco de algún ataque o sabotaje. Naciones Unidas ha censurado el tono inflamatorio de las declaraciones de Nasrallah.

Con la mediación de Estados Unidos, las autoridades libanesas –un gobierno interino; tres meses después de las elecciones parlamentarias no hay aún Ejecutivo a la vista- negocian con Israel –a pesar de estar oficialmente en guerra- un acuerdo para la delimitación de las fronteras marítimas.

Para las autoridades libanesas, la mayor parte de la bolsa de gas de Karish que Israel se dispone a comenzar a extraer se encuentra en sus aguas territoriales, aunque lo cierto es que Beirut no ha oficializado su reclamación –que plantea desde 2020- ante los organismos internacionales. En 2011, el Líbano había presentado ante Naciones Unidas otra línea en el que el citado yacimiento quedaría del lado israelí. Para Israel, la bolsa de gas se sitúa por entero en su zona económica exclusiva.

El área en disputa se extiende, en fin, sobre unos 860 kilómetros cuadrados en el Mediterráneo oriental. Según la firma griega Enegean, que cuenta con los derechos de explotación del yacimiento, asegura que hay 8.000 millones de metros cúbicos de gas en cantidades comerciales.

Según fuentes cercanas a la negociación citadas la pasada semana por el diario israelí Haaretz, el deseo del Gobierno de Israel, que invita a Beirut a excavar su propio gas en la zona, es alcanzar un compromiso sobre las fronteras marítimas el próximo mes de septiembre, antes de que comiencen las extracciones del hidrocarburo. Tel Aviv confía en que un acuerdo firmado, negro sobre blanco, con el Gobierno libanés desautorizaría las reclamaciones de Hizbulá en torno a la soberanía del yacimiento.

¿Acabará el gas israelí en el Líbano?

Ávido de gas natural, Beirut firmó el pasado 21 de junio un acuerdo con El Cairo y Damasco –auspiciado por Estados Unidos- para adquirir gas a Egipto. El gas viajará a razón de 650 millones de metros cúbicos anuales desde tierras egipcias al Líbano a través de Siria (Por su parte, el Estado egipcio, también necesitado de ingresos para hacer frente a la crisis alimentaria, acaba de poner en marcha un plan para reducir su consumo eléctrico doméstico con objeto de poder aumentar el volumen de las exportaciones).

Una vez alcanzado suelo libanés, el hidrocarburo viajará hasta la central de Deir Ammar –situada en el norte del país-, que podría recibir en torno a 450 megavatios; unas cuatro horas de más de suministro eléctrico diario, según recogía Reuters. El Banco Mundial condiciona su apoyo financiero al proyecto a la implementación por parte de las autoridades libanesas de una serie de reformas en el sector energético.

A pesar de suponer un importante respaldo al régimen de Bachar el Assad tras su victoria en la guerra civil –contraviene las sanciones de la conocida como Ley César-, Estados Unidos confía con el proyecto en que las autoridades libanesas eviten la tentación de echarse en brazos de Irán y sus recursos energéticos. Desde junio pasado, tres buques con petróleo llegaron al puerto sirio de Baniás. El líder de Hizbulá, Hassan Nasrallah, asegura que el hidrocarburo iraní acabará desembarcando en los puertos libaneses.

Paradojas de la región, es más que probable que una parte del gas que partirá desde Egipto al Líbano proceda del yacimiento israelí de Leviathan, situado en aguas del Mediterráneo (no lejanas del citado yacimiento de Karish). Un extremo negado por el Gobierno libanés hace meses, pues la legislación del país de los cedros prohíbe todo contacto con Israel.

La necesidad, en fin, de cooperar económica y militarmente con el poderoso Estado israelí y su tejido empresarial –en un momento de crisis energética y alimentaria en el norte de África y el Mediterráneo oriental- está forjando en los últimos años inéditas alianzas explícitas –los Acuerdos de Abraham- y tácitas en el Oriente Medio.

Con todo, los expertos coinciden en que un enfrentamiento bélico a gran escala –como el que se produjo en el verano de 2006- no es probable en estos momentos. A pesar de su retórica belicista, la poderosa milicia chiita no se encuentra en su mejor momento y tampoco entra en los planes de Israel, que acaba de llevar a cabo una operación de tres días contra la Yihad Islámica en Gaza, entrar en guerra, por ahora, con la organización pro iraní.