China lanzó el pasado domingo, 24 de julio, desde la sureña isla de Hainan, el cohete Long March 5B, en una de las últimas misiones para tener su estación espacial permanente, que está cada vez más cerca de ser una realidad. Tras casi una semana, el cohete ha regresado a la Tierra cayendo este sábado en las aguas del océano Índico, según indicó el Comando Espacial de EEUU.
En las últimas horas, antes de que el propulsor del cohete cayera de la órbita, un área poblada de México en la península de Baja California, cerca de Cabo San Lucas, había estado en el camino potencial de los escombros, según una evaluación de la Corporación Aeroespacial.
Debido a que la etapa de refuerzo corría alrededor de la órbita de la Tierra cada 90 minutos, había sido imposible predecir el punto exacto en el que se hundiría desde el cielo, con sus 23 toneladas de peso.
Explican que "la regla general es que entre el 20 y el 40 por ciento de la masa de un objeto grande llegue al suelo, aunque depende del diseño del objeto". Según el consultor Ted Muelhaupt, de la Corporacion Aeroespacial, el riesgo general para las personas y las propiedades en la Tierra es bastante bajo, ya que la gran mayoría de la superficie del planeta en el área potencial de reingreso es agua, desierto o jungla.
Muelhaupt también había indicado el pasado jueves, según recoge el diario británico Daily Mail, que había un "99,5 por ciento de posibilidades" de que "no sucediese nada". "Personalmente, saldría corriendo con una cámara para verlo, porque creo que sería más una oportunidad visual que un riesgo real", detalló.
Jonathan McDowell, astrónomo del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, agregó: "El peor de los casos en este evento será menos grave que un solo ataque con misiles de crucero que hemos visto todos los días en la guerra de Ucrania".
Muelhaupt explicó que las probabilidades de que un individuo en particular resulte herido por los escombros del cohete son minúsculas, del orden de seis posibilidades por cada 10 billones.
La mayoría de las naciones que realizan actividades espaciales toman precauciones para evitar el reingreso incontrolado, una lección aprendida después de que grandes porciones de la estación espacial Skylab de la NASA cayeron de la órbita en el año 1979 y aterrizaron en Oceanía, concretamente en Australia.