La ola de calor no afecta solo a España. También Reino Unido se está enfrentando a temperaturas extremas e inéditas que asfixian al país. Tanto es así que, por primera vez en la historia, su Gobierno ha activado la emergencia nacional por el imparable alza de los termómetros.
La situación es tal que el calor, de hecho, ha llegado incluso a derretir parte del asfalto del aeropuerto de Luton, provocando con ello la suspensión de los vuelos de llegada y salida. Los defectos en la superficie de la pista obligaban a trabajar en su reparación desde la tarde de ayer, y hoy, tras ese tedioso trabajo, ya se ha recuperado la actividad.
Reino Unido se derrite. Lo prueban también los efectivos de la Guardia Real, con uniformes que estos días se hacen insoportables de llevar bajo casi 40 grados que lo hacen aún más pesado.
En la primera alerta roja por temperaturas, el país ha rozado el récord de 38,7 grados centígrados registrado en Cambridge en 2019. En el centro y sur de Inglaterra, de hecho, se espera que pueda llegar a alcanzarse en estos días los 43 grados.
En este escenario, los 1.600 muertos del verano pasado por calor podrían convertirse en 7.000, según las peores estimaciones, y para ello las autoridades están prevenidas. Con los colegios cerrados, trenes y metros más lentos, se han desplegado ambulancias para reforzar la campaña contra esta ola en la que ni siquiera el acero de las vías resiste y han tenido que ser pintadas de blanco para absorber menos calor.
Londres, Birmingham y Manchester viven lo peor aguantando a golpe de abanico, mientras, por su parte, el todavía primer ministro británico, Boris Johnson, difunde imágenes en un avión de combate al tiempo en que, en paralelo, el gabinete de crisis trata la grave situación.