El inicio de la semana para Mario Draghi de viaje institucional en Argelia salió como había sido previsto. Ayer Italia ponía el broche a una serie de acuerdos energéticos (y no solo) con el país magrebí que la alejarán de la gran dependencia rusa en la materia previa al inicio de la guerra. Del 40% de gas que llegaba del Kremlin ahora llegará a un 25% y la tendencia seguirá disminuyendo en los años sucesivos. Pero la cabeza del ex banquero estaba en otro sitio, en Roma. A la capital volvió inesperadamente tras la ya icónica imagen del Prado en la cumbre OTAN a finales de junio en Madrid y lo hizo de la misma forma el lunes, acortando su viaje a Argelia, para atender lo que le esperaba en casa, que no era peccata minuta. Se acerca así el momento. Este miércoles Draghi deberá comparecer ante el Senado y, posteriormente, el jueves, en la Cámara de Diputados, para poner sobre la mesa cuáles son sus condiciones para seguir o, en el caso de las predicciones más pesimistas, sus intenciones definitivas de volver a renunciar ante Mattarella y culminar la decisión tomada ya el jueves pasado. Estas últimas horas son cruciales para definir lo que ocurrirá mañana, los diversos escenarios y el peso que tendrá en la cabeza el primer ministro italiano una decisión política, acostumbrado a los esquemas técnicos y pragmáticos que han marcado su carrera.
Dos palabras sobrevuelan su decisión: responsabilidad y reputación. En esta víspera al gran día el premier Draghi apura sus encuentros. Lo hace con el líder del PD, Enrico Letta, el gran defensor de que mañana todo siga igual, incluido el M5S en la coalición a pesar de todo, y se pueda hacer como si nada hubiese pasado. Y, sobre todo y más importante, visita al Presidente de la República. Su cuarto encuentro en pocos días con Sergio Mattarella en el Quirinal, palacio de la presidencia situado en una de las siete colinas romanas. Nadie se esperaba esta crisis, ni los partidos, ni el propio Draghi que hace una semana cenaba entre bromas en un ambiente distendido con los corresponsales extranjeros. El semblante de ayer en Argelia estaba a años luz de aquel primer ministro despreocupado que bromeaba con la prensa internacional. Las palabras que hoy escribe en el discurso que defenderá mañana estarán sin duda influenciadas por la presión que llega desde todos lados para que replantee su decisión: 1600 alcaldes de toda Italia y de todos los signos que firman para que se quede, rectores de varias universidades, voces internacionales como como el consejo de la seguridad nacional americana Jake Sullivan que destacaba el respeto de Biden a Draghi e, incluso, de la Iglesia, que extrañamente se manifiesta en situaciones similares pero que en voz del presidente de la Conferencia Episcopal italiana, Matteo Zuppi, pedía responsabilidad. A eso se le añaden varias manifestaciones ayer, de norte a sur del país, en la que de forma espontánea los ciudadanos pedían a Draghi que siguiese o las palabras de elogio del presidente español Pedro Sánchez en un artículo publicado en Politico.
Las horas pasan también para los partidos que apuran con más o menos suerte sus encuentros, reuniones de las que se espera que salgan las líneas rojas que perfilarán sus respectivas posturas mañana en la réplica a Draghi pero que, en realidad, tienen un valor relativo. Lo que el miércoles 20 de julio ocurra dependerá mucho de lo que Draghi quiera hacer y de cuánto margen haya para convencerlo: puede dimitir de nuevo, puede exponer sus condiciones para quedarse o puede aceptar los apoyos que den los partidos. Mientras tanto los intereses de unos y otros van saliendo a la luz con la típica pasión italiana. El ex primer ministro Matteo Renzi pide desesperado que Draghi se quede; el centro derecha se muestra intransigente con el comportamiento del M5S y no quiere continuar en un Gobierno con ellos, como ratifica al teléfono la senadora del partido de Silvio Berlusconi, Gabriella Giammanco, que dice que su Fuerza Italia “è pronta” (está lista) para ir a elecciones. Comicios que beneficiarían a la líder conservadora Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia, que no consiente “este ridículo teatrillo” y que pide de forma incesante el voto. El PD, que siempre insistió con mantener a Draghi es especialmente cauto en sus declaraciones, el diputado socialista Enrico Borghi responde para NIUS y pide responsabilidad a todas las fuerzas políticas, al centro derecha que se muestra tajante contra el M5S y a los que restan al lado de Conte aún hoy para que tomen conciencia de la importancia del voto de mañana.
Todos parecen querer resoluciones distintas para este miércoles, sin embargo, para que Draghi responda las líneas rojas deberán ser más flexibles que nunca. Es precisamente en el M5S, artífice de esta crisis de Gobierno y que continúa con sus escisiones aún a horas del voto, donde el consenso es aún a día de hoy una palabra impronunciable. En los últimos encuentros del partido se escuchaban gritos de “traidores” o “os escupiremos en la cara” a los que disentían. La gran duda en el seno de la formación es si echarse atrás o continuar con la ruptura. Las últimas informaciones apuntarían a que una treintena de los parlamentarios que aún le quedan a Conte estarían dispuestos a votar mañana a favor de Draghi desobedeciendo al líder del partido. Situación que dejaría al propio Conte más aislado que nunca y a un partido desnudo de parlamentarios, tras huidas durante toda la legislatura, la gran escisión liderada por el ministro de Exteriores Luigi di Maio y los que mañana votarán libremente a favor de Draghi. Contar con esos votos que romperían con la disciplina de partido podría ser clave para reconstituir una “mayoría” que ahora parece más rota que nunca pero, como sucede muchas veces en Italia, podría mañana resurgir de sus cenizas para dar vía libre al ex banquero.
Con el voto de confianza en la tarde del miércoles que seguirá a su discurso la crisis que hasta ahora era de partidos, se convertirá en parlamentaria, y se verá blanco sobre negro quién está ahora con Draghi. Entre sus palabras, sus condiciones y los propios números se fraguará una respuesta para el país. El profesor de políticas de la Universidad de Siena, Luca Verzichelli, analiza la compleja situación. “Esta es una situación inédita, a pesar de que Italia ha tenido muchas crisis de Gobierno en su historia. En este caso el que se ha echado a un lado ha sido el propio primer ministro, no un partido. Puede que el escenario de presiones haga reflexionar a Draghi, pero tienen que darse muchos factores, también que la derecha acepte seguir tras el huracán del M5S”, dice. “Se nos había casi olvidado que la democracia parlamentaria está bajo mínimos, no solo en Italia, también el mundo, pero aquí estos episodios demuestran que está en terapia intensiva”, expresa Verzichelli. El miércoles decisivo para Draghi está a punto de llegar y las previsiones son cada vez más complejas en un país acostumbrado siempre a sorpresas.