Como si la política italiana fuese ahora un edificio de tres plantas, en una superior, por las obligaciones de su cargo, está el presidente Sergio Mattarella; en el medio está el primer ministro Mario Draghi y en la planta baja el resto de líderes y sus partidos. Entre las peticiones de Mattarella y los juegos de los líderes políticos se posiciona el ex líder del BCE, un hombre que no quiere formar parte de ciertas dinámicas innatas a la política del país transalpino mientras reina un ambiente más pre electoral que nunca. Pero la condición de ser de la política italiana lo ha arrastrado sin remedio a esa enredadera. El miércoles en su primera intervención ante el Senado, luego ante la Cámara de los Diputados, Draghi afrontará otro día fundamental para decidir los próximos meses en el país, mientras se acumulan demasiados acontecimientos históricos en tan pocas semanas. Tras el pico de tensión cuando saltó la noticia de que había presentado su dimisión parecía que las aguas se calmarían durante cuatro días, pero nada más lejos de la realidad. La estrategia está al orden del día y la gran variable y la pregunta más buscada es intentar saber qué margen hay para convencer al primer ministro de quedarse o si tiene claro que tras la comparecencia insistirá con su dimisión. Las últimas palabras, publicadas este sábado por el diario Corriere de la Sera y atribuidas a Draghi hablan de "un caos que solo está aumentando y una falta de concreción lejana a la que haría falta para volver al punto de inicio. El M5S no me parece que se haya dado cuenta del caos provocado".
Entre la resaca de la crisis de Gobierno, el viernes los partidos comenzaron a enseñar sus cartas tras las primeras reuniones. El centro derecha ha decidido dar la espalda al M5S alegando la poca responsabilidad de las decisiones tomadas en las últimas horas en un comunicado conjunto este domingo de Matteo Salvini de la Liga y Silvio Berlusconi de Fuerza Italia, que dan por rota la coalición con Draghi. Por su parte, la socia conservadora Giorgia Meloni de Hermanos de Italia lidera la corriente de opinión que pide de forma inminente unas elecciones anticipadas, situación que la beneficiaría sin duda dada su posición líder en los sondeos. La senadora de HdI Isabella Rauti declaraba para NIUS que la petición no tiene que ver con el interés electoral, sino con la necesidad de que los italianos decidan ante una situación de tal inestabilidad precisamente porque el Ejecutivo actual, decía, evidencia que no puede resolver sus problemas. El PD, por su parte, se mostraba ya desde la noche del jueves dispuesto a trabajar para que el Parlamento “confirmase su apoyo a Draghi”, con la intención de que se salvase aún este Gobierno y recrimina al centro derecha que atiendan a los intereses de Giorgia Meloni, su socia de coalición conservadora pero oposición del Ejecutivo del que ellos sí, Berlusconi y Salvini, forman parte. Al otro lado, el ex primer ministro Matteo Renzi, líder de Italia Viva, lanza una petición para un ‘Draghi bis’ sin el M5S, al que acusa sin miramientos de haber roto la estabilidad del país. Por su parte, los parlamentarios que habían sido del M5S y que ahora han seguido al ministro de Exteriores Luigi di Maio en su nueva fuerza política, más de 60, trabajan, según relata al teléfono uno de ellos, el senador Vincenzo Presutto, para conseguir más parlamentarios que abandonarían a Giuseppe Conte, reforzando así un nuevo frente amplio a favor de Draghi mientras el partido grillino se haría cada vez más pequeño.
La otra gran incógnita ahora es qué hará el M5S, en esa decisión se encierra lo que verdaderamente pueda desencadenar los hechos a partir del miércoles. Por ahora el consenso sigue siendo una palabra imposible para la formación de Giuseppe Conte que se reunió en los últimos días sin llegar a ninguna conclusión y que espera seguir encontrándose en las próximas horas para perfilar una postura. Lo que se encuentra encima de la mesa es que retiren sus tres ministros de la coalición convirtiendo la crisis política abierta ayer en una crisis dentro del propio Ejecutivo. Eso significaría que no entra en sus planes relajar los ambientes para facilitarle a Draghi que siga en su puesto y ahí la ruptura sería, dicen fuentes conocedoras, definitiva. Pero ahora nada es seguro y lo demuestra la posición defendida por uno de estos tres ministros, Federico D’Inca, de la cartera de Relaciones con el Parlamento que ha mostrado su desacuerdo con la línea dura del partido. Apelaba a las grandes razones por las que ahora una crisis de Gobierno pone en jaque a Italia: la gestión de los fondos europeos de recuperación, la guerra y las preocupaciones relacionadas como la inflación que salpican la vida de los italianos.
Es así como el abanico de posibilidades empieza abrirse entre los propios partidos en un momento en el que casi todas las opciones son aún posibles. Se aclaran, mientras tanto algunos otros aspectos de agenda, Draghi acortará su viaje a Argelia, volverá a Roma a última hora del lunes y para afrontar su discurso ante las cámaras esta semana. Además finalmente se ha sabido que habrá un voto de confianza, hasta ahora se hablaba solo de una intervención de Draghi para justificar su elección ante las cámaras. Una votación así "parlamentariza" la crisis que hasta ahora era de los partidos y pondrá blanco sobre negro los apoyos que aún le restan. Mientras tanto ahí fuera la crisis italiana genera incertidumbre. Desde la Comisión Europea hacen saber que “siguen los avances de las vibrantes democracias europeas” y que la presidente Ursula von der Leyen “ha dicho en diversas ocasiones que trabaja muy bien con Draghi” y, a pesar de que no hacen comentarios más precisos sobre la evolución de la crisis de Gobierno italiana, el peligro de que el ex líder del BCE deje definitivamente su puesto no pasa desapercibido para los poderes de occidente.