Estados Unidos ha vivido un 4 de julio trágico después de que se desencadenasen hasta dos tiroteos durante las celebraciones por el esperado Día de la Independencia, una fecha marcada en el calendario de los americanos.
El primero de los tiroteos llego a plena luz del día, fue perpetrado por un joven de 22 años, identificado como ‘Robert E Crimo III’, y causó la muerte de seis personas en Highland Park, a las afueras de Chicago, en el estado de Illinois, dejando además una treintena de heridos. El otro ocurrió en Filadelfia, donde dos policías resultaron heridos.
Los disparos comenzaron desde primera hora en Highland Park, cuando apenas habían comenzado los festejos. Eran las 10:15 horas (hora local) cuando las autoridades recibían las primeras alertas de un tirador activo abriendo fuego indiscriminadamente. Cuando los agentes llegaron a la zona, comprobaron como había múltiples víctimas. “Parecía una zona de guerra”. “La gente lloraba, gritaba y nadie sabía lo que estaba pasando", declaraban los testigos.
Para entonces, la noticia, –que volvía a sembrar el pánico y la conmoción al tiempo en que revivía el debate de las armas entre la sociedad estadounidense–, daba la vuelta al mundo.
Desde Washington, el presidente Joe Biden, con una agenda cargada de actos por ese 4 julio, llamaba a la necesidad de “controlar la situación” y lo que está ocurriendo en una nación cada vez más asediada por sucesos de este tipo.
En uno de esos eventos en la capital federal estadounidense, Biden reclamaba un “momento de silencio” por las víctimas del tiroteo de Highland Park y sus familias. En ese instante, el presidente dejaba de hablar y su esposa, la primera dama Jill Biden, hacía lo propio mientras juntaba sus manos en forma de rezo, un gesto que iba a durar tan solo seis segundos, porque eso es lo que tardó el inquilino de la Casa Blanca en volver a tomar la palabra, ‘chuleta’ en mano.
En este contexto, a lo largo del día, no obstante, el mandatario americano hacía público un comunicado denunciando la “epidemia de violencia con armas de fuego”, señalando que tanto él como su esposa estaban conmocionados “por esta violencia sin sentido con armas de fuego que ha vuelto a traer pesar a la comunidad estadounidense en este Día de la Independencia".
En esta línea, recordaba que firmó recientemente una ley sobre armas de fuego respaldada por congresistas del Partidos Demócrata y del Partido Republicano que "salvará vidas", si bien ha reconocido que "hay mucho más trabajo que hacer". "No voy a rendirme en la lucha contra la epidemia de violencia con armas de fuego", subrayaba.