Tras ganar la moción de confianza a la que le sometió su partido, el primer ministro, Boris Johnson, se apresuró a decir que era hora de dejar los problemas atrás, trazar una línea, y centrarse “en los asuntos que realmente preocupan a la gente”. Johnson acababa de recibr el apoyo de su grupo parlamentario por 211 votos a 148. Su grupo había desafiado su liderazgo tras la publicación de las conclusiones de la investigación interna por las fiestas en Downing Street mientras la población estaba confinada por el Covid. Las conclusiones decían que nunca debieron celebrarse esas fiestas y que Johnson debía asumir su responsabilidad. Johnson se negó a dimitir y diversos parlamentarios de su partido forzaron la moción.
Johnson ha querido dar carpetazo al asunto. Pero no le será tan fácil mantener su cargo. Una de las promesas que hizo a sus 359 parlamentarios antes de sacar las urnas fue que él les lideraría a una nueva victoria electoral como la de diciembre de 2019, cuando logró una apabullante victoria con la promesa del Brexit. Las próximas elecciones deben celebrarse antes del 25 de enero de 2025, quedan por tanto dos años y medio y un arduo y pedregoso camino para él y para los conservadores.
Para empezar, el grupo parlamentario conservador ha quedado muy dividido tras la moción. Johnson ganó, pero con una rebelión mayor de la esperada. Consiguió el 59% de apoyo, pero el 41% de sus parlamentarios están contra él. Theresa May, por ejemplo, también superó una moción de confianza en diciembre de 2018 con el 63% del apoyo, un 4% más que Johnson, y acabó dimitiendo a los seis meses. En 1989, Margaret Thatcher consiguió superar una votación que equivalía a una moción de confianza de un diputado que había desafiado su liderazgo. La ganó con el 84% de los votos de sus parlamentarios. Unos meses más tarde, en 1990, fue retada de nuevo, ganó sin alcanzar el porcentaje requerido, y dimitió a los dos días tras once años de gobierno.
Muchos diputados conservadores partidarios de Johnson consideran que es hora de enterrar las diferencias y cerrar filas alrededor de Johnson. Sin embargo, una parte importante cree que ha perdido la autoridad moral. Entre ellos, el diputado Andrew Bergen, que ha vaticinado que Johnson no llegaría a la conferencia del partido de otoño. No es el único que piensa así. En cualquier caso, la cómoda mayoría de 80 diputados e la que Johnson goza en el parlamento podría verse neutralizada en cualquier votación por los 148 parlamentarios rebeldes de su partido o parte de ellos.
Con este paisaje de fondo intentará llegar a las elecciones dentro de dos años y medio mientras empiezan a sonar nombres de posibles sustitutos. Suena Liz Truss, la actual ministra de Exteriores, muy popular entre el grupo parlamentario. Suena el europeísta y exministro de May, Jeremy Hunt, con un perfil muy conciliador y muy crítico con Johnson. Penny Mordaunt, actual secretaria de estado de Comercio Exterior y buena oradora. Y suena Ben Wallace, excapitán del Ejército y actual ministro de Defensa.
Tanto Johnson como el futuro líder debe ser capaz de mantener el “muro rojo” (los votantes laboristas de clase trabajadora del norte de Inglaterra que dieron su apoyo a Johnson en 2019), recuperar el “muro azul” (los votantes del sur de Inglaterra tradicionalmente conservadores que entregaron su voto a los liberaldemócratas en las locales del año pasado) y conquistar Londres (que se decantó por los laboristas en las últimas locales). Otros datos significativos son que el nivel de aprobación de Johnson en el país es del 34% y el de desaprobación del 65%, según Politico, y que los laboristas de Starmer lideran los sondeos de intención de voto con 11 puntos de ventaja sobre los conservadores de Johnson (42% a 31%), según Savanta ComRes.
En las próximas semanas o meses, a Johnson le esperan algunos momentos en los que su liderazgo se puede tambalear. La primera son las dos elecciones de escaños conservadores entre legislatura el próximo 23 de junio que los conservadores podrían perder. Está también la publicación de la investigación parlamentaria que debe determinar si Johnson mintió al parlamento sobre las fiestas del Covid en su residencia. El código ético decía que, si se prueba que un diputado ha mentido, éste debe dimitir. Johnson acaba de cambiar el código y ha sustituido la obligación de dimitir por pedir disculpas. Pero, pese a esta triquiñuela, muy criticada, si la investigación concluye que mintió, como todo apunta, no será un momento fácil para él.
Luego está la situación en Irlanda del Norte y en Escocia como consecuencia del Brexit. En Irlanda del Norte los republicanos irlandeses se impusieron por primera vez en las regionales del mes pasado y los unionistas británicos se niegan a entrar en el gobierno compartido hasta que Johnson no elimine el protocolo del Brexit, la parte del tratado con la Unión Europea (UE) que deja a la región dentro de unión aduanera europea, tal y como firmó Johnson en 2019 para poder implementar el Brexit y ganar los elecciones. El ministro de Exteriores irlandés, Simon Coveney, ha dicho este martes que, tras la ajustada victoria en la moción de confianza, Johnson intente tensar la relación con la UE para eliminar el protocolo. Para el año que viene, la ministra principal escocesa, la nacionalista Nicola Sturgeon, quiere celebrar un nuevo referéndum de independencia al que se opone Johnson.
“Ahora podemos centrarnos en lo que realmente preocupa a la gente”, dijo Johnson tras ganar la moción. Lo que realmente preocupa a la gente es que baje el coste de la vida, que se ha disparado en el Reino Unido en el último año. La inflación de los productos básicos se encuentra en los niveles más altos de las últimas cuatro décadas. El IPC lleva doce meses en el 9%, cuatro veces más que la predicción del Gobierno, que era del 2%, y el banco central británico, el Banco de Inglaterra, vaticina que rebasará el 10%. Esta inflación récord ha provocado una caída de las nóminas. El malestar de la población es cada vez más grande. Johnson anunció un paquete de ayudas de 15.000 millones de libras (17.600 millones de euros) para paliar los efectos justo después de que se publicaran las conclusiones de la investigación interna por las fiestas ilegales, pero no es suficiente.
Tampoco ha conseguido cumplir su gran promesa electoral además del Brexit, la de nivelar el país. Las diferencias económicas siguen siendo abismales entre el norte y el sur y los votantes laboristas y obreros del norte que dieron su voto de fe a Johnson en los comicios de 2019, podrían cambiar de idea si ven que sus vidas no han mejorado antes de enero de 2025. El politólogo de la Universidad de Liverpool, que acertó exactamente el resultado de la moción una hora antes de anunciarse, en declaraciones a ‘The Guardian’, dijo: “Me sorprendería si Johnson todavía fuera primer ministro en otoño, dentro de seis meses”. Sin embargo, también dijo que “si hay alguien que puede aguantar, es Johnson”, al que se refirió como un “escapista político”.