Los bomberos de la localidad de Járkov se anclan fuerte con cuerdas para no caer al abismo, un riesgo sumado al peligro de derrumbe de un maltrecho edificio de 15 plantas que fue bombardeado. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, visitó a los militares en dicha región oriental este pasado domingo.
Pero ahí están ellos, desafiando la gravedad en esa gran cornisa volada, escalando y manejándose como pueden entre los escombros, para sacar los restos de tres personas que murieron en su interior durante los primeros días de la guerra.
Oksana espera recuperar los cuerpos de su marido y su yerno fallecidos. De eso hace ya más de tres meses. Desde entonces, los misiles rusos continúan martilleando la región de Járkov, con el objetivo de sembrar más y más destrucción, al tiempo que las tropas del Kremlin avanzan en el Donbás.
Según ha indicado Ucrania, los soldados de Vladimir Putin ya habrían tomado el 70 por ciento del estratégico enclave de Severodonets, en la región de Lugansk. Cerca de allí, en Sloviansk, el asedio ruso es también inclemente. Basta ver el paisaje de viviendas atacadas, con otros tres fallecidos en las ultimas horas.
Los vecinos aprovechan para limpiar y reparar antes de que regresen los proyectiles rusos.