En Ucrania, ya han muerto 8 periodistas, y hoy hemos vuelto a presenciar un ataque directo de la artillería rusa contra otro convoy de informadores tras la muerte hace menos de 24 horas de un periodista francés al que la metralla en el cuello le segó la vida. La onda expansiva es tan potente que los tira al suelo. Al menos uno de ellos ha resultado gravemente herido y también un soldado, porque esos reporteros trabajaban empotrados con las tropas ucranianas. La metralla le ha alcanzado un brazo por lo que sus compañeros se apresuran a ponerle un torniquete para cortar la hemorragia. Se juegan la vida cada día, sí, para darnos las imágenes del horror.
En cuanto a la guerra el nuevo centro del horror es Severodonetsk. La línea del frente la ha cortado en dos. Las milicias prorrusas controlan parte de la ciudad, destruida por los continuos bombardeos. Cuentan con el apoyo de grupos chechenos, que retiran de los edificios las banderas ucranianas. Las autoridades reconocen que la situación es crítica, dando casi por hecho que perderán la última ciudad importante en su poder de Lugansk.
En Donetsk el avance ruso es más lento. En localidades como Sloviansk, el ejército ruso sigue su táctica de destrucción desde la distancia previo a la llegada de sus tropas. Esta mujer nos cuenta cómo el cohete que ha impactado en su edificio cayó mientras dormía y que hay varias víctimas entre sus vecinos. Esta otra, que vivió varios años en Italia, lanza este nuevo grito de ayuda a Occidente. Mientras resiste a duras penas en el Dombás, el ejército ucraniano muestra sus avances en las zonas ocupadas por los invasores en el sur.