La madre de Salvador Ramos, el autor de la matanza en la escuela primaria de Uvalde, en Texas, quien asesinó a 19 niños y dos profesoras con un fusil de asalto el pasado martes, ha asegurado que su hijo "no era una persona violenta". Adriana Reyes afirma que quedó muy sorprendida cuando se enteró de que el joven de 18 años era el principal sospechoso. La última vez que habó con él fue el pasado lunes, por su cumpleaños, y planeaba regalarle "una tarjeta y un peluche de Snoopy".
En un primer momento se publicaron informaciones de que la mujer mantenía una mala relación con su hijo, algo que niega, según recoge 'Daily Mail'. No obstante, Reyes ha admitido que el joven no tenía muchos amigos y que "era solitario". "Mi hijo no era una persona violenta. Estoy sorprendida por lo que hizo", ha precisado en el rotativo. Además, subraya que está rezando por las familias de las víctimas y "por todos esos niños inocentes". "Sí, lo hago, no tuvieron culpa de esto", ha agregado.
Salvador Ramos fue abatido tras atrincherarse en la escuela primaria y asesinar a 21 personas. Antes había disparado a su abuela, Celia González, quien se encuentra en estado crítico. El joven residía con ella tras abandonar el domicilio familiar por numerosos enfrentamientos con su progenitora, en ocasiones, por su consumo de droga, según algunos medios locales. Las peleas eran frecuentes,incluso las llegó a difundir el joven en redes sociales. El abuelo, por su parte, afirma que desconocía que tuviera dos rifles de asalto.
El tirador publicó en redes sociales que se había comprado dos rifles de asalto AR-15 y sugirió en Facebook que cometería una atrocidad. Al parecer, Ramos tuvo una infancia muy complicada. Sufrió bullying, según han apuntado algunos compañeros. El joven volcó el odio que acumuló durante años contra el centro educativo por los episodios negativos que vivió durante los primeros años de su etapa formativa.
Su último empleo fue en un establecimiento de una franquicia de comida rápida. Allí llamó la atención su carácter reservado, según explica el jefe del local, Adrian Mendes. "Era un tipo callado, de los que no hablan mucho. No socializaba con otros empleados. Trabajaba, cobraba y venía a recoger su cheque", precisó. Desde la compañía hablaban de una persona "antipática" y fría.