Casi 30 años después del asesinato a puñaladas de Nikki Allan, una niña de siete años, en Reino Unido, el caso sigue sin resolver. Ahora, uno de los sospechosos de la muerte de la pequeña, David Thomas Boyd, de 54 años, comparece en el Tribunal de la Corona de Newcastle.
La pequeña Nikki Allan desapareció el 7 de octubre de 1992 cuando se dirigía a casa de sus abuelos desde la suya, en Wear Garth, Sunderland (Inglaterra). Solo un día después encontraron el cuerpo sin vida de la niña. Presentaba 37 puñaladas y un golpe con un ladrillo, según publica el diario Daily Mail.
Durante años, el caso ha permanecido abierto y se ha investigado a varias personas. Incluso, se han llegado a ofrecer grandes recompensas y a iniciar campañas en redes sociales pidiendo justicia por la niña sin que, de momento, se haya dado con su asesino.
Nueve días después del hallazgo del cadáver de Nikki Allan, se detuvo a George Heron por el asesinato de la niña, pero un año después un jurado del Tribunal de la Corona de Leeds le absolvió.
También en 2014, se arrestó al asesino en serie de Sunderland, Steven Grieveson, bajo sospecha de la muerte de la niña. Sin embargo, tras el interrogatorio fue puesto en libertad sin cargos.
En 2018, la policía de Northumbria arrestó a un hombre que había sido vecino del abuelo de Nikki. Tras registrar su vivienda y llevar a cabo una investigación, también fue liberado.
Cuatro años después, David Thomas Boyd, de 54 años, comparece en el Tribunal de la Corona de Newcastle como presunto sospechoso del caso. Es el quinto que se enfrenta al cargo de asesinato de Nikki Allan tras 30 años del crimen.
“Desde la muerte de Nikki hace 30 años ha estado en curso una importante investigación. Como con cualquier caso sin resolver de esta naturaleza, nunca se cierran. Nuestros equipos dedicados revisan constantemente la evidencia y siguen cualquier nueva pista de investigación que pueda salir a la luz”, explicó el asistente del jefe de policía David Felton.