Un experto analiza la emoción incontrolada de la reina Letizia en la despedida de la princesa Leonor

Las emociones de la reina Letizia han asaltado de manera natural en la despedida a la princesa Leonor en Cádiz, desde donde arranca una travesía de seis meses en la que hará un recorrido por ocho países en el buque escuela Juan Sebastián de Elcano, la 97ª travesía de instrucción del velero.

En el rostro de la reina detectamos una mirada marcada por el dolor de madre ante la despedida a una hija en una misión de responsabilidad institucional. Las microexpresiones de Letizia nos presentan en zoom las cejas arqueadas por la presión de la tristeza y los ojos humedecido con gotas lagrimales. Su cuerpo pasa de erguido a ligeramente inclinado por la propia tristeza. 

La emoción de la reina Letizia

En paralelo, Leonor esboza una ligera sonrisa mecánica por la tensión y parpadeo de ojos por la situación que está viviendo en la despedida. El beso al aire de la reina está sellando el compromiso de madre y está dando fuerza gestual a su hija. 

El rey Felipe, por su parte, mantiene su postura firme, pero intenta la cercanía con Leonor, Letizia y el público presente. Ha sido uno de los momentos de mayor fuerza emotiva en el inicio de año para la familia real. Y el mejor comienzo de travesía para una Leonor responsable pero expectante ante una nueva situación en su formación y en el devenir de su periplo en el buque escuela Juan Sebastián Elcano.

La Salve Marinera ha sido el momento más emotivo de todo el acto. La simple observación del rastro feliz de Leonor, la agitación de la gorra con firmeza y la conexión triangular de miradas entre Felipe, Letizia y la joven está marcando el devenir de tiempo obligado de separación familiar, pero de instrucción necesaria para la princesa.

Hoy ha sido un día especial para la familia real, que también ha obtenido el calor de los ciudadanos que han asistido a contemplar el evento que supondrá en la formación de Leonor un antes y un después. Destaca su templanza y saber estar durante su participación en la tradicional procesión de la Virgen del Rosario, antes de embarcar junto a sus compañeros. Siempre observamos una complicidad intencionada entre ellos y la princesa que supone apoyo y fortaleza para contener emociones. Los reyes han sabido despedir a su hija con afecto gestual en sus rostros, y a la vez ese afecto ha trascendido a los compañeros de travesía.

En la colección de fotos hay un denominador común: rostro cargado de familiaridad y cercanía del rey y emoción contenida en la reina con momentos de sonrisa abierta. Hay una evolución evidente en la mirada severa de Letizia a su hija, como vigía, y la mostrada hoy en su rostro que va más allá de reina y princesa, a madre e hija.

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