Este pasado 20 de noviembre se cumplió una década de la tristísima y sentida pérdida de Cayetana Fitz-James Stuart, que fallecía en su querido Palacio de Las Dueñas a los 88 años. La duquesa de Alba marcó una época y representó a la aristocracia española del siglo XX por su carácter único, su espíritu libre, su solidaridad y su esfuerzo por restituir a la familia real durante la dictadura de Francisco Franco, contra quien la Casa de Alba se enfrentó durante varios años. Casualidades de la vida que ella, la mujer con más títulos nobiliarios del mundo, falleció el mismo día del mismo mes que el Caudillo, casi cuarenta años después.
Cayetana no fue sólo un símbolo de la aristocracia, sino una mujer carismática que vivió siempre bajo sus propias reglas. Para rendir homenaje a su figura y conmemorar este doloroso aniversario, la escritora Ana Polo ha lanzado el libro Cayetana. Duquesa de Alba (La esfera de los libros), coincidiendo con los primeros diez años tras su fallecimiento.
En la obra, la periodista narra la vida de la duquesa, desde su nacimiento hasta la muerte de su primer marido, Luis Martínez de Irujo, en 1972. Según Polo, tras el deceso de su esposo nació una "segunda Cayetana". Una mujer distinta que llegó "a perder la brújula". Desde la web de Informativos Telecinco hemos hablado con ella sobre aquella "olvidada primera Cayetana" a la que "España le debe muchísimo".
Pregunta: ¿Por qué escribiste esta biografía no autorizada de la duquesa de Alba?
Respuesta: Es un personaje que siempre me ha fascinado muchísimo, y coincidiendo con los 10 años de su muerte, y teniendo en cuenta que las últimas biografías que se escribieron de ella se desarrollaron durante los años 90, faltaba una biografía de ella. Cayetana escribió sus memorias, pero claro, son las memorias de una persona, que siempre son bastante más subjetivas, y siempre he pensado que es un personaje clave en la historia.
Otro de los motivos es que en los últimos años de vida de la duquesa de Alba se había quedado muy encasillada en este personaje de revista de corazón, muy estereotipada con la voz, el pelo, los líos de los hijos, las complicaciones familiares... y yo quería rescatar a la gran Cayetana, que ha sido una de las mejores duquesas de Alba de la historia, una mujer absolutamente fascinante.
P: ¿Por qué te centraste sólo en la vida de la duquesa hasta la muerte de su primer marido, Luis Martínez de Irujo?
R: La idea inicial era hacer una biografía completa, pero cuando empecé a investigar, me di cuenta de que había muchísimo material, y vi que había como dos Cayetanas cronológicamente muy marcadas tras la muerte de Luis. La primera Cayetana, antes de la muerte de este, para mí es un personaje crucial, desgraciadamente olvidado, muy mal entendido, y he querido rescatar a esa mujer a la que España debe muchísimo. Es una mujer que ayudó mucho a abrir España, a modernizar el país, a restaurar la Corona. Fue una mujer muy libre, muy bohemia, muy cosmopolita. Creo que era una historia que merecía ser contada.
P: ¿Se ha puesto en contacto contigo alguien relacionado con la Casa de Alba?
R: No, pero bueno, espero que les guste porque la verdad que es un libro muy bonito.
P: De todo lo que rescatas de ella en las más de 400 páginas, ¿qué es lo que más te ha impactado de su vida?
R: La contribución que hace para traer de vuelta a la Corona. Se dejó literalmente la piel para que volviese Juan Carlos I a costa de lo que otros pudieran decir de ella. Cayetana de Alba es una mujer que en vida jamás habló de la monarquía. Se sabía que era muy monárquica y que defendía al rey, pero nunca públicamente dijo todo lo que había hecho por ellos. Y la verdad es que hizo muchísimo por la reina Victoria Eugenia, por la reina Sofía, por Juan Carlos... Si hacemos una lista ahora mismo de las 10 personas que más ayudaron a Juan Carlos a volver al trono, Cayetana y Luis estaban en esa lista.
P: Muchas veces el estatus de las personas les obliga a actuar de una forma u otra, sin embargo, la duquesa siempre actuó en base a lo que ella quería.
R: Claro. Yo creo que Cayetana es una mujer que redefinió lo que significaba la aristocracia en el siglo XX, porque la aristocracia hasta los años 50 era muy cerrada en sus palacios y en su propio mundo. Cayetana hace lo imposible por rodearse con todo el mundo, con el pueblo, con los gitanos bailando flamenco allí en Sevilla, toda la obra de caridad que ella hace... Las señoras de su estatus social se reunían en el Ritz, hacían una tómbola o un baile de sociedad y ya está. Cayetana se fue a los niños salesianos, se metía en la cocina, fregaba platos... y luego todo el dineral que les dio: cursos de mecanografía, seguros médicos, colonias, les pagaba becas para que la gente pobre pudiera estudiar en un momento en el que no lo hacía nadie... La verdad que es digno de admiración lo que hizo.
P: ¿Por qué nunca siguió esas normas sociales?
R: Porque era una mujer con muchísimo carácter. Tuvo una infancia tristísima, porque pierde a su madre, esa madre tan distante que está muy enferma desde que ella es muy pequeña, luego llega la guerra, las revoluciones... Y cuando sufres tantas desgracias de pequeña, te tienes que hacer muy fuerte a base de golpes, y ella se hizo fuerte. Cuando tienes tanta seguridad en ti misma, te pones un poco el mundo por montera, como hizo su padre, Jacobo, que ya defendió muy bien todos los enfrentamientos que tuvo con Francisco Franco, que incluso se evidenciaron en la boda de Cayetana. Ella también había visto aquella rebeldía.
P: ¿Qué significó su boda con Luis en aquella época?
R: Fue la gran boda. Como decía el New York Times, fue un gran evento monárquico. En el año 1947, Franco aprueba aquella ley que decía que España se constituye en un reino con el que a la cabeza está él y que él decidiría el sucesor. Jacobo pilla un rebote inmenso porque él siempre había defendido la vuelta de los Borbones, y entonces decidió utilizar la boda de Cayetana para llamar a todo el mundo como una manera de presionar a Franco, al Pardo y al régimen para que tomase unas medidas. Luego, en cuanto al evento en sí, fue una boda absolutamente preciosa, con Flora Villarreal como la diseñadora de su vestido.
P: ¿Por qué Cayetana optó por un papel mucho más discreto que su padre en cuanto al régimen de Franco?
R: El padre era muy diplomático y había sido más entrenado en todo el tema de luchas diplomáticas y políticas. Había sido embajador en Londres, se había codeado con Winston Churchill, que eran primos lejanos, y estaba muy bregado en temas de Palacio, siendo prácticamente la mano derecha de Alfonso XIII. Una posición distinta a la de Cayetana, que no contaba con esa experiencia. De todas formas, a ella nunca le interesó la política. Ella siempre decía que era muy monárquica, que las luchas políticas no le interesaban. Y también era una mujer muy liberal, muy abierta. Una vez la preguntaron si le gustaba Velázquez, y ella dijo que le gustaba más Picasso, que decirlo ahora sería lo más normal del mundo, pero en aquel momento Picasso era comunista, y nadie podía hablar de él. Que la duquesa de Alba defendiese a Picasso, a Lorca o a Machado fue una auténtica revolución. Entonces ella hacía sus revoluciones a su manera, a través de la cultura. También ayudó a acercar la Casa de Alba al pueblo, que es una de sus grandes obras.
P: Como bien dices, la relación entre Cayetana y los actuales reyes eméritos era muy cercana. ¿Llegó a hablar en algún momento públicamente sobre los escándalos del emérito y sobre su abdicación?
R: No dijo absolutamente nada. Esto sí que me consta. Todo el mundo quería saber qué pensaba. Yo me atrevo a decir que conociendo a Cayetana y con el cariño que le tenía a Juan Carlos, le hubiese defendido con uñas y dientes, sobre todo a Sofía, que eran muy amigas.
P: ¿Qué tipo de relación tenía con la reina Sofía?
R: Muy buena. Cuando Sofía se convierte en novia de Juan Carlos, Cayetana de Alba se va a Atenas. Es la que le ayuda a formarse como princesa y le enseña el protocolo español. Además, Cayetana, junto con otras personas, hizo una gran recolecta entre toda la aristocracia, que se calcula que fueron unos 10.000.000 de pesetas de la época, que era una cantidad importante, y con ese dinero fue con lo que vivían Juan Carlos y Sofía en España después de casarse. Cabe recordar que cuando se casan y se instalan en España ellos no eran nadie, eran invitados del régimen, no tenían ni estatus oficial ni nada. Vivieron con esa gran recolecta que hizo Cayetana. Por ello, Sofía siempre se apoyó mucho en ella. Cayetana le abrió mucho las puertas a la otra sociedad, le presentó a todo el mundo, le ayudó a hacer las obras de caridad al principio... Fue como su dama de compañía sin serlo, porque la reina nunca quiso tener.
P: ¿Y con Felipe VI?
R: Se llevaban muy bien. Iba mucho de pequeño a jugar al Palacio de Liria debido a la relación entre Sofía y Cayetana. Se sabe que se llevaban muy bien porque incluso se hacían bromas, Cayetana le hacía confidencias al oído a Felipe para que otros no se enterasen y el príncipe se reía... Se portó como una tía. Aparte estuvo en el bautizo de Felipe, que fue muy sonado porque vino la reina Victoria Eugenia, que Cayetana la adoraba. Estaban muy unidos.
P: ¿Qué pensaba de la reina Letizia?
R: Se llevó ese secreto a la tumba. Porque claro, Letizia, cuando se convierte en novia del príncipe, Felipe lleva a presentarla a los grandes de España. Todo el mundo quería saber qué pensaba Cayetana de Alba de Letizia, pero nunca dijo nada.
P: ¿Cómo defines a Cayetana?
R: Como una mujer libre, muy duquesa -porque era muy consciente del peso de la historia y del nombre de su familia, de su legado histórico- y única. Fue una persona absolutamente irrepetible en la historia.
P: ¿Cuál era su mayor defecto?
R: Que tenía un genio de 1.000 demonios. Esto lo han dicho hasta los hijos.
P: Hay una parte del libro en la que mencionas los horrores que sufrió su hijo Cayetano con sus niñeras. ¿Cómo reaccionó Cayetana cuando se enteró?
R: Él explica en sus memorias que en un momento determinado, cuando él ya era mayor, un día tuvo una conversación muy cara a cara con su madre, entonces él le expresó en ese momento todas las carencias que había tenido como niño. Por lo visto, Cayetana se llevó un disgusto tremendo, empezó a llorar y estuvo un día entero llorando porque decía que por qué no le habían contado estas cosas. Mucha gente ha dicho que no fue una buena madre. Yo creo que sí, pero fue una madre de clase alta, que había crecido así, en ese ambiente, y sólo veía a sus hijos una hora al día. Ella hizo lo que consideraba que tenía que hacer. Además, era la cabeza de un imperio en el fondo, no tenía tiempo ni para respirar.
P: ¿Qué cambió en su vida tras la muerte de Luis?
R: Desde el punto de vista que da la perspectiva histórica de poder ver toda su vida, yo creo que fue el gran hombre de su vida. Ella se casó enamoradísima, digan lo que digan. Estuvieron muy unidos. Fueron perfectos como duques y él le fue muy leal. Pero su muerte llegó un poco de golpe, él tenía leucemia, pero se lo ocultó durante un tiempo a Cayetana, y de golpe y porrazo murió. Entonces fue todo muy de sopetón. Ella se quedó hundida y lo reconoció, que estuvo unos años con una depresión tremenda. A partir de ahí le faltó todo, y es cuando surge otra Cayetana, la segunda, con la época de Jesús Aguirre, los problemas con los hijos... Ya es otra historia totalmente distinta. Yo quería conservar la primera, que era la bonita, hasta que muere Luis.
P: ¿Cómo era esa segunda Cayetana?
R: Muy distinta. Cayetana era una persona que necesitaba mucho a Luis, le servía de punto de apoyo. Esas personas que han tenido infancias tan tristes pero que al mismo tiempo tienen tanta energía y les gusta tanto moverse, necesitan una persona que les sirva de punto de apoyo fuerte, agarrarse a algo que les sujete, y Luis hacía eso. Luis le aportaba estabilidad. Además, Luis se encargaba de la casa, de la contabilidad, puso en orden toda la economía familiar, archivó todo lo que tenían, estuvo muy pendiente de sus hijos... Y entonces claro, en cuanto le falló él, empieza una época muy rebelde para Cayetana en la que incluso perdió el norte.
P: ¿Qué imagen se tiene ahora de la aristocracia en España?
R: No se tiene ninguna imagen de la aristocracia en estos momentos en España. No tenemos ningún tipo de referente. Tenemos referente de reyes, pero ya en la aristocracia no, como Cayetana no, porque era una figura muy conocida. Su hijo Carlos es una figura que me gusta, pero es una persona tan discreta que prácticamente nadie sabe nada de él. También están los Medinaceli, los Medina Sidonia... todas estas grandes familias, pero nadie sabe nada de ellos. Yo estoy deseando que los duques de Huéscar nos den un poco de glamour a España, porque madre mía, el panorama de hoy en día es horrendo. No queda nadie. De Fernando Fitz-James Stuart me han hablado muy bien y Sofía Palazuelo es una chica elegantísima.
P: ¿Con la muerte de Cayetana también se murió la aristocracia española?
R: Se murió un modelo de aristocracia, sí. Es que ella fue el gran icono de lo que significaba la aristocracia en el siglo XX. La aristocracia tiene un sentido de servir al pueblo. Tenían un papel muy activo de movilizar causas, de dinamizar, de modernizar España, de ayudar a la monarquía... Y ella lo demostró.
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