Hace 40 años Antonio Salmoral Beltrán no tenía pensado acudir ese día a los toros en Pozoblanco (Córdoba), pero la figura de Paquirri y probar su nueva cámara fueron suficientes argumentos para estar allí sin saber que filmaría las imágenes del trágico final del mítico torero, hoy irreproducibles por sentencia judicial, que dieron la vuelta al mundo y le valieron el Premio Nacional de Periodismo, entre otros, en 1985.
Tras 20 años como referencia videográfica de TVE en Córdoba como colaborador, Salmoral ofreció la corrida a su edición, si bien "había otras cosas de interés" y declinaron la propuesta, rememora a EFE su hijo, Antonio Salmoral Cañero, quien detalla que gracias a la insistencia de su compañero cronista taurino Pepe Toscano y a la afición de su madre por el torero, acudió a la plaza.
También acababa de adquirir su nueva herramienta de trabajo, una cámara con magnetoscopio VHS que decidió seguir probando ese día sin saber que captaría las imágenes que le cambiarían la vida. Colocado en su lugar como un reportero ya experimentado y conocido en el mundo taurino, Salmoral "graba lo que es el acto de la cogida" e instintivamente el ojo profesional lo lleva a "irse detrás de la cuadrilla" hasta la enfermería.
En aquel momento nadie se lo impidió. "Eran otros tiempos", explica el hijo de Salmoral.
Salmoral no paró de grabar durante cerca de 10 minutos desde el albero hasta el interior de la enfermería de la plaza, y sin poder ver las imágenes ni la calidad de las mismas salió del coso taurino siguiendo a la ambulancia que trasladaba a Paquirri al hospital Reina Sofía de Córdoba, aunque a mitad de camino reciben la noticia de su derivación al Hospital Militar debido a la gravedad de las heridas.
"A mi me localiza mi madre y me manda para el Hospital Militar y mi padre me entrega la cámara y se la cambio por otras de cine habituales para que siga allí haciendo su trabajo", explica Salmoral junior. Ya de madrugada, y con la noticia de la muerte de Paquirri en la calle, Salmoral regresa a su casa para visionar su material.
"No sé ni lo que llevo", decía nervioso el experimentado reportero, preocupado por el "sonido" pero consciente de que con la muerte del torero sus imágenes, con el diestro explicando al cirujano con exactitud las trayectorias de su cornada, serían la exclusiva de su vida.
Una vez visto el minutaje de la grabación la casa de los Salmoral era "un baño de lágrimas". "Ese hombre estaba vivo hace unas horas y ya no está aquí" era el sentir de toda la familia que resumió el reportero con una frase: "Rompería ahora mismo la cinta a cambio de que Paquirri estuviese vivo".
Con TVE como su "casa" durante 20 años y sin competencia televisiva en España, las ofertas millonarias que le llovieron a Salmoral esa misma madrugada llegaron desde la televisiones de Latinoamérica, principalmente desde países como México o Colombia, aunque el reportero no lo dudó y rechazó cualquier "puja".
"No quiero saber nada, yo mañana me voy a ir a Televisión Española, hablaré con ellos y ya está", dijo el cámara a sus cercanos. Y eso hizo. "Al día siguiente se va Sevilla, ya que lógicamente no era la inmediatez de ahora, y allí se dan cuenta de la importancia del material. Él solo pidió una cosa, su fijeza, algo que nunca llegó", lamenta el hijo de Salmoral.
Antonio Salmoral recibió por las imágenes una cantidad que ni se aproximó al millón de pesetas de la época, frente a la cascada de millones que rechazó de madrugada, pero el reconocimiento profesional le llegó un año después con la Antena de Oro, el Premio Ondas y, sobre todo, con el Premio Nacional de Periodismo, "una de las cosas más valiosas que puede conseguir una persona que se dedica a un medio de comunicación".
Salmoral se interesó por la imagen desde joven; se inicio en el oficio con Paco Linares y después en el laboratorio de José Jiménez de Córdoba con la cámara de cine, y cuando ya dominaba todo tipo de cámaras a principios de los años 60 se presentó al concurso que la televisión pública hizo a nivel nacional buscando reporteros.
"Hizo un noticia de Córdoba, presentó toda la documentación y desde entonces fue el corresponsal en Córdoba, así que mal no lo haría", señala Salmoral, quien subraya que "se dedicaba a todo" y no solo grababa las imágenes, sino que también "redactaba su información" y la "enviaba a Sevilla, Madrid o donde hiciera falta", y todo por una remuneración "a pieza y publicada".
Paralelamente, como gran profesional, se actualizaba con los mejores equipos y sistemas de trabajo con el comercio que levantó junto a la plaza del Potro de Córdoba y que le dio de comer hasta finales de los 70 para dedicarse "a cuerpo y alma" al reporterismo para TVE, 'Paisajes Españoles' y el 'No-Do', hasta que fallece en 1987, tres años después de la tragedia de Pozoblanco.
"Yo no maté a Paquirri. A Paquirri lo mató el toro Avispado. Yo solo lo grabé", era la coletilla que Salmoral siempre soltaba cuando le recordaban que filmó la muerte del torero, unas imágenes que quedarán para siempre en la historia de la televisión en España.
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