Las enfermedades raras no entienden de status, títulos ni de condiciones sociales. Y a Venus Williams, como paciente del síndrome de Sjögren le ocurrió lo que le ocurre a la mayoría de las personas que tienen una patología rara: que pasaron años hasta que un médico dio con un diagnóstico certero de lo que le pasaba. Así lo ha contado en una extensa entrevista en Harper's Bazar, para la que viajó exclusivamente a la ciudad de Londres.
La ganadora de 7 Grand Slam se ha abierto en canal sobre lo mucho que sufrió hasta que un doctor le puso nombre a la inexplicable fatiga que sentía, causada por el denominado síndrome de Sjögren. "Tardaron 7 años en diagnosticarme. No estaba alcanzando mi máximo potencial y no sabía por qué. ¿Estaba trabajando demasiado? ¿Qué estaba haciendo mal? Eso pasa factura y no es fácil salir a la calle cuando no tienes mucho que dar. Por eso, cuando me diagnosticaron, pensé que era una alivio, que no estaba loca", dijo ya en el libro en el que habló de su nueva forma de vida. Un sentimiento que reconocerán otros enfermos tardíamente diagnosticados como ella.
La Clínica Mayo define su enfermedad como un trastorno autoinmune por el que el sistema inmunitario ataca tus propias células y tejidos corporales por error. Sus dos síntomas más reconocibles son la sequedad de los ojos y de la boca y por ello también se le conoce como el síndrome de la lengua seca. Sin embargo, este patología puede presentar otros síntomas más condicionantes, como el dolor articular, la inflamación de las glándulas salivales, la tos seca persistente o la fatiga crónica, algo incompatible con la altísima exigencia física de una tenista.
"Tenía todo tipo de síntomas, fue algo muy desafiante como atleta. Cuando te caes, te golpeas tan fuerte que no puedes levantarte, literalmente. Pero aun así me levanté, porque tenía que hacerlo. Estar en la cama no es divertido. No hay sustituto para estar bien. Tuve que cambiar todo mi ritmo", ha dicho.
En 2011, después de una comprensible retirada del US Open, Venus tomó una decisión que salvó su carrera. A pesar de estar acostumbrada a comer carne, la deportista se volvió vegetariana y replanteó por completo su actitud hacia su cuerpo. Desde entonces, sigue una dieta basada en plantas y sin azúcar para ayudar a aliviar los síntomas del agotamiento, haciendo que su condición sea, al menos, "manejable". Tanto como para convertirse en una de las tenistas más grandes de la historia.
Además de su giro alimenticio, Venus aceptó su enfermedad gracias a la "fortaleza mental" que le había dado el deporte. Está convencida de cualquier atleta tiene una gran capacidad para afrontar los obstáculos de la vida: "El deporte te enseña cómo afrontar todo lo que tendrás que afrontar en la vida: estrés, falta de confianza, descubrir cómo rendir, cómo recuperarte si fallas. Yo puedo soportar una tonelada de presión. Creo ser fuerte mentalmente es muy importante, tanto dentro como fuera de la pista", ha concluido en la entrevista.
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