Para la generación Generación X, Winona Ryder se convirtió en una musa. Quizá porque no era la belleza clásica que tanto se apegaba al star system de Hollywood. Quizá porque daba siempre la impresión de ser una mujer independiente que podía pensar por sí misma. Lo cierto es que entre mediados de los 80 y mediados de los 90, no había nadie que no la conociese.
Sus películas hablaban por ella, situándola en los primeros puestos de la taquilla. Porque antes de los 25 años, ya había sido nominada dos veces al Oscar y había trabajado con directores como Tim Burton, Martin Scorsese, Jim Jarmusch o Francis Ford Coppola. Una carrera meteórica por la que nunca llegó a comportarse como una estrella inalcanzable. Puede que por eso se convirtiera en el icono que fue para una generación que maduraba con el grunge de Nirvana y tuvo como cumbre la película ‘Bocados de realidad’, también con ella como protagonista.
Su primera aparición en cine fue ‘Lucas’, con Corey Haim y Charlie Sheen, allá por 1986. Pero es que solo dos años después estaba protagonizando ‘Bitelchús’, el primer gran éxito de Tim Burton, dando vida a Lydia Deetz (papel que recupera en su secuela ‘Bitelchús, Bitelchús’). Lo hizo con tan solo 16 años, convirtiéndose en uno de los personajes más importantes de la película.
Tras ello, sin dejar casi tiempo de respirar, protagonizó ‘Eduardo Manostijeras’, la comedia de culto ‘Heathers’, el biopic de Jerry Lee Lewis ‘Gran bola de fuego’ o ‘Sirenas’ junto a Cher y Christina Ricci. Winona estaba convirtiéndose en una estrella, pero sus personajes nunca eran tomados en serio. Nunca eran la protagonista guapa y espectacular, y así se lo hacían saber en los guiones que le llegaban. Siempre dejando claro que era ‘la friki’, ‘la chica fea’.
“En los guiones de mis primeras películas, en las descripciones de mis personajes siempre eran ‘la chica fea’. Empezando por el que interpreté en ‘Lucas’. Se la describía como acogedora, sin atractivo. En ‘Bitelchús’ era algo así como ‘aparece Lydia, una friki que parece un personaje de Edward Gores”. Gorey fue un artista y escritor estadounidense, que se especializó en libros ilustrados bastante macabros (y divertidos). Algo parecido a los cuentos de Tim Burton como ‘La melancólica muerte de Chico Ostra’. Y lidiar no solo con la fama, sino con que siempre la juzgaran por su apariencia, dejando claro que su belleza no era la que buscaba Hollywood, ni la que tenían las estrellas, siempre fue difícil. Pero, por suerte, Winona encadenó éxito tras éxito a comienzos de la convulsa década de los 90.
Su drama con su belleza era tal que, lejos de ser una estrella en su instituto por dominar la taquilla, sus compañeros le hacían bullying por su naturaleza friki. “Creerás que mis compañeros dirían ‘Wow, estás en la película número 1 en América’, pero en vez de eso, decían ‘¡Bruja! Tú eres la friki’. Me tiraban Cheetos y la comida de cafetería”, explicó en una entrevista para W Magazine. Pero no solo tenía que enfrentarse a cómo describían sus personajes en las páginas de guión, o a los bullies de su instituto, sino también a los propios directores de casting.
“Recuerdo una vez en particular. Estaba en la mitad de una audición, cuando en medio de la fase que estaba diciendo, la directora de casting me dijo ‘mira, chica. No deberías ser actriz. No eres lo suficientemente guapa. Deberías volver al sitio del que hayas salido, y deberías volver al colegio. No lo tienes’. Y creo sinceramente que ella pensaba que estaba haciéndome un favor”, explicó en Interview Magazine. Estas experiencias le persiguieron a lo largo de sus primeros años de carrera, al menos hasta que dio el salto al drama con ‘La edad de la inocencia’, dirigida por Martin Scorsese, o una nueva versión de ‘Mujercitas’. El público cambió su percepción de la actriz, e incluso la crítica, ya que fue dos veces nominada a los Oscar.
Pero la joven actriz no solo tuvo que enfrentarse al cuestionamiento de su físico, sino también a momentos de acoso en los sets de rodaje. Algo que, lamentablemente, estaba a la orden del día a comienzos de los 90. Sobre todo entre las estrellas infantiles. “Tuve un par de experiencias difíciles con un par de personajes que básicamente me acosaron sexualmente. Y más tarde también así cuando tenía 30 años. No era una agresión como tal, pero sí increíblemente inapropiado. Pero fui afortunada porque era famosa, así que no pasó lo que podría haber pasado si yo hubiera sido una actriz que estuviera luchando por trabajar”.
Pero Winona se negaba a dejarse amedrentar, y siempre quiso llevar las riendas de su carrera, participando en grandes superproducciones como ‘Alien Resurrecction’, o en ‘Inocencia interrumpida’ junto a Angelina Jolie. Hasta que llegó el incidente en la tienda de ropa de Los Ángeles, donde robó ropa por valor de 5.000 dólares. Ahí llegó el movimiento Free Wynona, y todo ello le hizo replantearse su forma de vivir. Como explicó en varias entrevistas, tenía miedo de no saber qué hacer más allá de la interpretación, hasta que descubrió que había vida más allá de Hollywood. Se mudó a San Francisco, estuvo varios años apartada del gran foco, participó como personaje muy secundario en películas como ‘Cisne Negro’ o ‘Star Trek’, y encontró una nueva forma de ver el mundo.
Hasta que llegó ‘Stranger Things’ y Winona Ryder volvió a la primera plana, a ese estatus de estrella que siempre ha tenido, aunque se lo hayan querido negar tanto tiempo. Y, gracias a este papel, recuperó sus ganas de actuar. “Para mí, finalmente estoy logrando interpretar a alguien de mi misma edad, y es liberador. No me gustaría volver a interpretar a la chica ingenua”, confesó a la revista People con motivo del estreno de la primera temporada de la serie de Netflix. Desde entonces, no ha parado de trabajar, y nuevas generaciones están descubriendo a uno de los iconos de los 80 y 90, habiéndose ganado ese estatus a pulso.