El único fallo que la princesa Leonor ha cometido en su viaje a Portugal, según un experto: "Es por los nervios"
Del manual de gestión de habilidades de comunicación gestual y verbal a breves instantes de movimientos de desconcierto
Julio García Gómez, experto en comunicación corporal y lenguaje no verbal, analiza su visita oficial a Portugal, la primera como heredera al trono
El Falcon de Leonor: así es el avión en el que la princesa ha volado para su primer viaje oficial
La princesa Leonor ha desplegado este viernes todos sus conocimientos adquiridos en comparecencias públicas al acometer su primer viaje oficial a la República Portuguesa. Su maleta ha ido cargada de todos los elementos que están forjando en ella el papel de heredera de la corona. Hoy es el día de despliegue del gran manual de sus habilidades y destrezas de comunicación.
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Es una una persona preparada para el más estricto protocolo y a la vez poder practicar la cercanía al ciudadano con naturalidad. Hoy día, a los miembros de las casas reales se les pide que sepan ocupar su papel al frente de la corona, pero que también sean capaces de combinar esa habilidad con una actualización a los tiempos presentes donde la proximidad a la gente les hace ser de “carne y hueso” más allá del efecto Sissi Emperatriz de cuento de hadas.
Se mueve con soltura en los espacios escénicos de la visita
La hemos visto desenvolverse con soltura desde su despedida en Barajas y a su llegada al aeropuerto militar “Figo maduro”: en su recibimiento y cordón de honor. Paso firme y torso muy recto son claves de seguridad y templanza. Sabe estar y transmitir mensajes positivos en su postura, en su postura y en sus gestos. A su llegada al aeropuerto portugués observamos unos breves instantes de movimientos de desconcierto mirando a un lado y a otro, sin rumbo fijo, hasta que por fin es marcado el protocolo, que posiblemente se cambiara sobre la marcha.
La misa en el Monasterio de los Jerónimos de Belém es un momento de máxima atención con un recibimiento oficial, encuentro y almuerzo con el presidente de la República y discurso. En el momento que llega en coche los Jerónimos, hay siempre mucho movimiento de su torso para estar pendiente de las personas y abarcarlo todo con la mirada. Las manos pegadas al cuerpo nos están dando muestras de seguridad para así salir airosa de una situación de responsabilidad por representar a España. Los pasos desde el coche hasta el Monasterio son largos y firmes, no pierde la compostura en momento alguno.
Su presencia ante la tumba Luis de Camões, con la ofrenda de rigor, está bañada de una mirada seria y estricta para dar valor al ritual establecido. Leonor es muy versátil a lo hora de moverse en los espacios, cualidad que quizá haya heredado de su madre, que suele conducirse muy bien en los exteriores y domina la situación con destreza. Su torso siempre queda enmarcado en la situación de la que es protagonista por la fuerte personalidad que trasciende al puro acto protocolario. Las manos cerradas que aparecen en esta ceremonia lo que hacen es fortalecer la posición de su cuerpo para buscar el equilibrio entre cabeza, torso, manos y piernas.
La versatilidad de Leonor en cada situación por la que atraviesa
Fue recibida con honores en el Palacio Presidencial para recibir la Gran Cruz de la Orden de Cristo. En el podio permaneció como estatua sin mover un ápice y sin parpadear prácticamente. Es una de las representantes de casas reales europeas con mayor versatilidad que sabe adaptarse a las situaciones y quedar siempre en primer plano como protagonista.
Discurso de brindis marcado por la evolución, pero con fallos
Su discurso pronunciado en el Palacio de Belém en el encuentro y almuerzo con el presidente de la República está marcado por tres vectores de comunicación que han marcado la evolución de sus comparecencias con discurso. Primero, es evidente que sabe dar más entonación a las palabras clave del texto que lee. Después se aprecia un afianzamiento en el tono y timbre de voz que está evolucionando en la juventud a tonos medios y graves, pero le falla la respiración por los nervios. Y por último el mayor paso de gigante de la Princesa de Asturias trasciende por la capacidad que tiene de persuadir con la mirada y los gestos de su cara siempre en positivo.
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