El 22 de mayo de 2004, la boda de Felipe de Borbón, que por aquel entonces era aún Príncipe de Asturias, y Letizia Ortiz Rocasolano, una periodista sin ascendencia real, marcó un hito histórico en España. Este evento no solo fue una unión personal, sino también un símbolo de modernización y renovación para la monarquía española. A medida que celebran su vigésimo aniversario de bodas, las llamadas bodas de porcelana, aprovechamos la ocasión para explorar las razones por las cuales este enlace hizo historia.
La boda de Felipe y Letizia fue la primera boda de Estado celebrada en España en casi un siglo - en concreto fueron 98 años sin una boda real en nuestro país- , desde la boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg en 1906. Además, fue la primera boda real que tuvo lugar en la recién consagrada Catedral de la Almudena, que se había completado y consagrado por el Papa Juan Pablo II en 1993, siendo la primera catedral consagrada por este Papa fuera de Roma.
El matrimonio de Felipe y Letizia representó una fusión entre la tradición y la modernidad. Letizia, una periodista de éxito y plebeya, aportó una nueva perspectiva a la familia real, desafiando las convenciones tradicionales que habían caracterizado a la monarquía española durante siglos. Su incorporación a la realeza marcó un cambio significativo, simbolizando una monarquía más cercana y accesible para el pueblo español, aunque se dice que en un principio el Rey Juan Carlos no vio con demasiado buenos ojos esta unión entre su heredero y Letizia..
La ceremonia, celebrada bajo una intensa lluvia, fue solemne y llena de simbolismo. Felipe llegó acompañado por su madre, la Reina Sofía, mientras Letizia estuvo acompañada por su padre, Jesús Ortiz. La lluvia no solo añadió un toque dramático al evento, sino que también sirvió como símbolo de los desafíos que la pareja estaba dispuesta a enfrentar juntos. Durante la ceremonia, optaron por una fórmula de votos más larga y personalizada en lugar del tradicional "sí, quiero", lo que generó una buena sarta de comentarios y despertó algunas especulaciones entre los asistentes y espectadores del evento.
El vestido de Letizia, que estaba diseñado por Manuel Pertegaz, también hizo historia a su modo. Con un diseño sobrio y elegante, confeccionado en seda valenciana y bordado con hilos de plata y oro, el vestido reflejaba una vez más la combinación de tradición y modernidad que la nueva princesa traía consigo a la corona española. A pesar de las críticas mixtas sobre su peso y diseño, el vestido se convirtió en un ícono de la nupcial real.
La elección de Letizia como esposa del heredero al trono también tuvo importantes implicaciones políticas y sociales. Su trasfondo como periodista y su carrera profesional antes del matrimonio la diferenciaron de las consortes reales tradicionales, aportando una perspectiva fresca y moderna. Este hecho fue percibido como un intento deliberado de modernizar la imagen de la monarquía y hacerla más relevante para la España contemporánea.
La boda de Felipe y Letizia no solo fue un evento social de gran magnitud, sino también un símbolo de cambio y modernización para la monarquía española. A lo largo de sus veinte años de matrimonio, los actuales Reyes de España han trabajado para consolidar una imagen de cercanía y compromiso con los valores democráticos y sociales de España.