Telmo Cao, el forjador artístico de Cervo que puso su sello en la Sagrada Familia de Barcelona
Este artesano de Cervo (Lugo) figura entre los mejores del mundo en la prestigiosa ‘Homo Faber Guide’
Se dedica a hacer rejas, portalones y otros elementos realizados en hierro forjado con técnicas tradicionales
En una entrevista con NIUS habla del futuro del oficio y de lo que supone para él este reconocimiento a su trabajo
El repiqueteo del martillo sobre el yunque se escucha a diario en la parroquia de Sargadelos, en Cervo (Lugo). Allí, en una nave que en su día albergó una de las mayores fundiciones de España, Telmo Cao (San Cibrao, 1986) moldea el hierro caliente como si fuera plástico. Con fuerza y sobre todo destreza, elabora piezas originales y únicas. Auténticas obras de arte.
El trabajo de este forjador artístico acaba de recibir el reconocimiento de la Fundación Michelangelo. Su prestigiosa guía, la Homo Faber Guide, da a conocer cada año a los mayores maestros artesanos del mundo. Aquellos que trabajan por la conservación del patrimonio cultural. Telmo Cao es uno de ellos.
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A este artesano cervense la forja le cautivó siendo un niño. Su padre, maestro en la Escuela de Artes y Oficios de A Coruña, tenía un taller de cerámica y escultura en casa. Allí aprendió a desarrollar proyectos artísticos de inicio a fin. Con 18 años estudió escultura en la Escuela Pablo Picasso de A Coruña, especializándose en la rama del metal. Después se recorrió distintas forjas de España. En ellas trabajó con los últimos herreros y aprendió técnicas casi perdidas.
Actualmente tiene dos talleres, el de Sargadelos y otro en Vic (Barcelona). Su intención, en un futuro no muy lejano, es trabajar solo desde Galicia.
Pregunta: ¿Qué significa para ti aparecer en la Homo Faber Guide
Respuesta: A nivel personal es como una demostración de que voy en el buen camino. Es una satisfacción saber que hay gente que ve mi trabajo y, a nivel profesional, es un aval formar parte de esta guía. Lo siento como un reconocimiento a mi trayectoria y a mi esfuerzo.
P: ¿En qué consiste tu trabajo? ¿Qué es lo que haces exactamente?
R: Pues, principalmente, hago objetos utilitarios para casas en forja artística. Escaleras, barandillas, portalones, pérgolas… También hago esculturas, pero menos.
P: ¿Con qué materiales trabajas?
R: Pues trabajo todas las gamas de metal, aunque el hierro forjado es lo que más uso a la hora de desarrollar proyectos tradicionales. Pero también utilizo acero inoxidable, latón, bronce…
P: ¿Qué es lo más duro del trabajo?
R: Lo más duro es el proceso de forjado en sí. Si forjas diez horas diarias, pues acabas muy cansado.
P: ¿En qué consiste exactamente el forjado?
R: El forjado es el momento en el que sacas el hierro caliente del fuego y a través de martillazos le vas dando la forma que necesitas. Tienes el hierro caliente entre las manos, hace calor, estás golpeándolo y haces un esfuerzo físico muy constante y muy seguido para moldearlo. Pero esa es solo una parte de nuestro oficio. También hay mucho trabajo de oficina, de diseño, de cálculos estructurales, de hacer plantillas y de unir las piezas con remaches, grapas… Esos trabajos ya no son tan físicos.
P: Parece un trabajo de fuerza, pero tiene un componente creativo muy importante, ¿no?
R: Hay trabajos más artísticos que otros. Pero yo, por ejemplo, nunca repito ningún diseño. Si hago un portón de entrada para una casa, nunca lo repetiré en otra. Un artesano debe diferenciarse del resto y también del trabajo industrial. Tenemos que competir contra ese trabajo mecanizado y en serie. Por eso, siempre buscamos la exclusividad y la buena calidad.
Nunca repito ningún diseño. Si hago un portón de entrada para una casa, nunca lo repetiré en otra.
P: ¿Para quién trabajas? ¿Cuál es el perfil de tu clientela?
R: Pues, sobre todo, es gente que aprecia tanto la profesión como nuestro patrimonio y, al mismo tiempo, lo exclusivo. Son clientes que valoran el trabajo artesanal y diferente y que se apartan de lo industrial y de lo repetido.
P: Has trabajado en la mismísima Sagrada Familia de Barcelona, ¿no?
R: Sí. Trabajar en la Sagrada Familia fue una experiencia muy importante dentro de mi trayectoria. Allí hice barandillas, puertas y trabajos de forjado en general. Pero, al final, todos los trabajos son especiales, porque son nuestros, son creaciones propias. Trabajar en palacetes de Menorca o de Mallorca te llena igual. Son proyectos por los que luchas, de los que creas un diseño desde la nada y, al final, a todos les coges cariño.
Hice barandillas, puertas y otros trabajos de forjado en la Sagrada Familia de Barcelona
P: Haces trabajos de forma tradicional pero con diseños modernos. ¿En qué te inspiras para hacer esos diseños?
R: Pues, por ejemplo, para una de las últimas escaleras que he hecho, me inspiré en unas algas marinas. Fue un proyecto muy importante para mí porque la casa donde las coloqué está en el pueblo del que yo soy, en San Cibrao, y además está situada encima de una de las últimas correas (algas marinas) que quedan en el norte de Lugo. Son unas algas que se están extinguiendo.
P: ¿Y cuánto te llevó hacer esas escaleras?
R: Pues desde el primer boceto hasta el final... Entre cuatro y cinco meses. Pero en ese tiempo hice todo: el diseño, la estructura, los pasos de madera, la barandilla, la colocación… Todo.
P: ¿Es el de forjador artístico un oficio en peligro de extinción?
R: Hay más gente que trabaja la forja, de hecho hay muy buenos forjadores en España, pero cada vez somos menos. Y menos conocidos. Tenemos que competir contra el trabajo en serie, mecanizado e industrial. Además, las escuelas de forja son escasas y la gente joven tiene complicado el adquirir conocimientos necesarios para vivir del oficio. Los cursos son muy cortos, de un año y medio o de dos. En ese tiempo, una persona no puede conocer a fondo el oficio.
Tenemos que competir contra el trabajo en serie, mecanizado e industrial
P: Y tú, ¿cómo ves el futuro?
Pues ahora mismo bien. Tengo una lista de espera de un año y medio o casi dos (sonríe).