La planta de Galician Marine Aquaculture arrancó en 2003 como un proyecto pionero, con una inversión millonaria en I+D+i y el apoyo financiero de Rosalía Mera, que llegó a poseer el 30% de la sociedad. El proyecto buscaba producir en Galicia el abalón, conocido también como oreja de mar, y considerado el molusco más caro del mundo, una especie muy valorada en países asiáticos. Algo más de 20 años después de su arranque y tras una inversión de más de 10 millones de euros, la aventura llega a su fin con la salida a subasta de las instalaciones y la disolución de la compañía, tras entrar en concurso de acreedores el pasado año.

El proyecto apoyado por la Xunta de Galicia, a través del IGAPE, la Universidad de Santiago y varios grupos inversores privados que se fueron sumando en estos años buscaba también reactivar la acuicultura con el desarrollo de nuevas especies criadas para su explotación comercial.

A partir de 2020 la empresa cambió su estrategia y arrancó con el cultivo de rodaballo, pero un grave episodio de mortalidad en la planta dificultó todavía más su situación que ya era complicada económicamente. A pesar de las inyecciones económicas de los socios, no se consiguió darle viabilidad al proyecto.

La instalación, que empezó a funcionar en Muros, tras un periodo experimental en 2012, tiene una nave con oficinas y laboratorio y una planta dedicada a la acuicultura con 100 estanques para la cría. Todas las instalaciones y los bienes de su interior salen ahora a subasta pública dentro del procedimiento concursal dirigido desde el Juzgado de lo Mercantil número 2 de A Coruña. El lote está valorado en más de 7,2 millones de euros, y cualquier persona que quiera pujar para su compra debe realizar un depósito previo de 360.879 euros. Hasta ahora no se ha presentado ninguna oferta por la propiedad, y el plazo para hacerlo permanecerá abierto hasta el próximo 10 de marzo. Con esta subasta pública se pone fin al desmantelamiento de la compañía que comenzó en 2023.

El proyecto para producir abalón en cautividad, en los estanques ubicados en la ría de Muros-Noia se consideró pionero en su momento, y contó con inversiones millonarias buscando colocar a las rías gallegas en el mapa mundial, como productores de esta especie. Contaban con la baza de la zona donde estaba ubicada la planta, en una ría con gran riqueza en nutrientes y resguardada de los temporales. Los responsables llegaron a afirmar que era la planta más grande de Europa dedicada a la cría de este molusco, muy valorado en Asia y con escasa aceptación en nuestro país hasta entonces salvo en el ámbito gastronómico de alta gama.

La empresa logró en su fase inicial desarrollar toda la tecnología para la cría de este molusco e incluso crearon una dieta específica basada en microalgas, para reproducir de la manera más fiel la alimentación de la especie en su medio natural. Pero hicieron falta más de cuatro años para tener las primeras crías ya que se trata de un molusco con un crecimiento muy lento, lo que compromete la viabilidad económica del proyecto.

En 2016 la planta llegó a producir 23.000 kilos, destinados al mercado asiático donde se podían pagar a más de 120 euros el kilo. En Japón, por las piezas más grandes se pueden llegar a pagar unos 2000 euros el kilo. El objetivo era aumentar la producción en los siguientes años pero los problemas económicos les hicieron incorporar la cría del rodaballo, que tampoco ayudó a mejorar su situación, hasta llegar a este final, con la disolución de la empresa Galician Marine Aquaculture.

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