A las farmacias de la zona del Barbanza, concretamente de la localidad coruñesa de A Pobra do Caramiñal, les ha pillado por sorpresa un atípico brote de piojos que están sufriendo los alumnos y alumnas de uno sus centros educativos (cuyo nombre no ha trascendido por motivos de privacidad) y que casi acaba con las reservas de productos antipiojos que tenían en sus despachos.

María Abeijón, propietaria de la farmacia del pueblo, explica que el brote les ha sorprendido porque lo habitual es que se produzca a principio o finales de curso, “cuando confluyen humedad y calor que favorecen su desarrollo, pero a estas alturas del año y con este frío es algo raro”, concreta.

Y aunque en su establecimiento siempre tienen stock de estos productos, la demanda ha sido tal que han tenido que pedir más a ‘almacén’, sobre todo porque “las familias pedían uno en concreto, la permetrina”, explica.

La empresaria cuenta que el brote se notó el lunes, cuando empezaron a llegar padres a la farmacia solicitando tratamientos "fuertes" para los piojos.

Los tratamientos para acabar con estos indeseables bichos suelen ser de dos tipos: con insecticida (la permetrina) o con siliconas (dimeticona o la ciclometicona que ahogan el piojo), cuyos costes se mueven entre 9 y 26 euros, y aunque los progenitores barbanzanos se están decantando por los tratamientos más caros para olvidarse del tema, no parecen estar funcionando, y las familias empiezan a desesperarse.

Lociones, champús, liendreras, cepillos eléctricos, productos de prevención… nada parece surtir efecto en las cabezas de estos pequeños y pequeñas. Algunos incluso han tenido que repetir los tratamientos más de una vez, cuando se supone que con una es suficiente, pero no han tenido éxito: los piojos vuelven.

Es más, los progenitores lamentan que algunos de sus hijos tienen caspa y eccemas “a consecuencia de tanto tratamiento”, detallan las familias en una cabecera local.

Los especialistas recomiendan ser constantes con la liendrera y repasar, incluso con los dedos, “todos los días”. También ponen el foco en la prevención e instan a lavar a 60 grados las prendas que estén en contacto con la cabeza como sábanas y gorros.

Lo más importante, según los profesionales, es “que todo el aula se trate de manera simultánea para evitar nuevas infestaciones” y que “usen repelentes” para evitar que vuelvan otra vez.

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