El fenómeno de las reservas fantasma, el acto de reservar mesa en un restaurante y no presentarse ni cancelar se extiende cada vez a más sectores y a más zonas geográficas.
A los albergues del Camino de Santiago, que denunciaron recientemente un aumento de los no show en sus instalaciones, se suman ahora los negocios de peluquerías y centros de estética, quienes también están denunciando un aumento considerable de este tipo de prácticas abusivas que les hacen perder clientes y dinero. De hecho, son muchos los negocios que han seguido el ejemplo radical de una peluquería de A Coruña que cobra igual por el servicio aunque no se presente el cliente.
En Ourense se está empezando a ver también: hay negocios en la ciudad que “pierden cientos de euros al mes por este motivo y otros que han decidido aplicar medidas para reducir esas pérdidas”, apunta la prensa local.
Matesa Mella, empresaria con un negocio en la ciudad, explica en La Voz de Galicia que en las pasadas navidades “perdió 800 euros por clientes que reservaron día y hora y nunca llegaron a presentarse”; un caso muy sangrante si tenemos en cuenta que lo que cobra en su peluquería por lavar y peinar son quince euros: “Fíjate la de servicios que tengo que hacer hasta llegar a esos 800 euros”, expone la profesional.
Según parece, Matesa lleva diez años con el negocio y asegura que “la situación está empeorando a pasos agigantados”.
Los clientes que no se presentan o anulan en el último momento le suponen a las peluqueras como Matesa perder el dinero de ese servicio y haber renunciado a otras citas por tener la agenda completa, algo que se agrava cuando se trata de servicios largos que, en ocasiones, pueden ser de hasta tres horas.
La presidenta de la Asociación Ourensana de Peluquerías, María José Rocholl, confirma que la situación le afecta a todo el sector y ella misma asegura haber tenido que “tomar medidas”.
Rocholl ha implantado un sistema de cancelación de citas por el que el cliente que anula tiene que pagar una parte y cuando alguien reserva un trabajo largo, tiene que poner una señal.
Además, su sistema avisa cuando la gente falla a más de dos citas y en función de eso pueden pasar dos cosas: “Cambian de actitud o no vienen, que ese tipo de gente no nos interesa”, apunta.
La presidenta de las peluqueras ourensanas cree que es un hábito que se ha extendido en los últimos tiempos a más sectores y opina: “Es gente que lo hace en todos los sitios igual, se lo hacen a todo el mundo”, sentencia.
Por su parte, la presidenta de la Federación de Comercio de Ourense, Beatriz Gómez, que se da la circunstancia de que también es peluquera, opina que “los que suelen fallar a las citas son clientes no habituales del negocio” y explica que al llamarlos para pedir explicaciones “no te cogen, te cuelgan o apagan el teléfono”, por lo que insiste en que la sociedad tiene que concienciarse del impacto de los no show en la economía de los negocios locales: “Esa mala actitud nos hace mucho daño”.
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