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Algunos de los refugiados procedentes de África que llegaron en julio a la localidad lucense de Becerreá, en medio de un tira y afloja entre Xunta y Gobierno central por la cifra de inmigrantes que serían acogidos en Galicia, han podido, al fin, firmar su primer contrato de trabajo en España.
Pese a que muchos empresarios de la zona se interesaron por la situación laboral de estos jóvenes africanos tan pronto pusieron un pie en territorio gallego, lo cierto es que dependían de los permisos de trabajo, y su gestión no se haría de un día para otro.
La espera se hizo tan larga para los refugiados como para los empresarios locales, pero apenas tres meses después, su situación ya está legalizada y sus primeros contratos de trabajo no se han hecho esperar.
Así, Babacar, de 34 años y procedente de Gambia, ha encontrado su sitio en la cocina de un restaurante de Os Ancares; Assane, originario de Senegal, trabaja con una empresa de Becerreá centrada en obras civiles y excavaciones; Foussine, de 37 años y originario de Mali ha sido contratado por una empresa de jardinería, y aunque no tiene experiencia con las máquinas, asegura que le gusta y quiere “seguir aprendiendo”.
Juan Carlos Alonso, su jefe, insiste en La Voz de Galicia “en la necesidad de mano de obra” y que precisamente fue eso lo que lo llevó a ponerse en contacto con la organización, "ante la imposibilidad de encontrar personal para trabajar", asegura.
En este momento, además de Foussine, este empresario tiene contratados a otros tres refugiados, y asevera que tiene intención de “contratar a más”.
Por su parte Foussine, al igual que sus compañeros ya empleados en diferentes empresas de la montaña, no se cansa de agradecer esta oportunidad laboral que les han brindado en Galicia, y que podría permitirles traer a sus familias y labrarse un futuro aquí.
Tal y como asegura uno de ellos en la prensa local: "Por fin empiezo a ver un poco de luz", una frase cuya autoría podría atribuirse a cualquiera de los que disfrutan ya de su primer contrato laboral en España.
Por su parte, los empresarios coinciden al señalar que con su llegada se dio la ecuación perfecta, ya que “ellos necesitaban trabajar y nosotros gente que trabaje”, señalan.
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