En la Nochebuena de 2022, un temporal de agua y viento que azotó Galicia, derribó la capilla de Gracia de la iglesia de San Pedro de Muros y, desde entonces, los vecinos que tienen allí a sus familiares enterrados no pueden acceder, por seguridad, a honrarlos como desearían, ni siquiera el día de Difuntos.
Lamentan que este será el segundo año consecutivo que no podrán dejarles flores a sus muertos en el día grande de los cementerios, ya que el suyo está cerrado a cal y canto debido a unas obras que han comenzado muy tarde y que avanzan con lentitud.
Desde el Arzobispado de Santiago, a donde han acudido los vecinos de la parroquia en busca de soluciones, tan sólo les aseguran que “lamentan mucho esta situación, sobre todo en las fechas que se acercan”, pero argumentan que “no se puede permitir la entrada, salida o el tránsito continuado de gente en el cementerio, por seguridad”.
Tras casi dos años de espera, hace tan sólo una semana que se iniciaron los trabajos que permitirán la rehabilitación del templo, de la mano de una empresa de electricidad que se encarga de cambiar de lugar una estructura eléctrica que impide la entrada de la maquinaria pesada.
Esta empresa se escusa en la demora aclarando que tuvieron que “insistir mucho para conseguir los correspondientes permisos”, enviando la patata caliente al Arzobispado; y así, mientras las tres entidades implicadas se echan la culpa entre sí, los vecinos de la parroquia de San Pedro de Muros, los principales afectados, siguen esperando: “La espera de los vivos se hace eterna, igual que la de los difuntos”, lamenta un vecino en la prensa local.
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