Juicio por el crimen de Mónica Marcos en A Coruña: “En el espejo de un baño, el asesino escribió, antes de huir, que no era mala persona”
Este lunes arrancó en A Coruña el juicio por el crimen machista de Mónica Marcos, la panadera del barrio de O Birloque asesinada en 2021
En el banquillo de los acusados se sienta el que era su pareja, José Ramón Guerreiro Galdo, a quien le piden 25 años de cárcel
Los hijos de la víctima han declarado en el juicio, revelando datos claves como que “era un celoso patológico”, entre otros
La Audiencia Provincial de A Coruña inició este lunes el juicio por el crimen de Mónica Marcos, la panadera del barrio coruñés de O Birloque asesinada a manos de su pareja en 2021, de quien ha trascendido que “era un celoso patológico” y que la mató porque le pidió que se fuera de casa.
Tras acabar con su vida, el hombre se apropió de 300 euros que había en la vivienda y huyó a Madrid, donde fue detenido y confesó el crimen, no sin antes dejar escrito en el espejo del baño que “no era una persona mala”.
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Lo cuenta su hijo, el mismo que encontró el cuerpo de la mujer al llegar a casa después de trabajar, y lo detalla así: “Llegué a casa y no vi nada extraño. A la una de la madrugada, mi abuelo llamó al timbre para recoger a José Ramón y llevarlo a trabajar a la panadería. Grité su nombre pensando que se había quedado dormido, pero no hubo respuesta. Subí, abrí una habitación y me encontré a mi madre en el suelo. En el espejo de un baño, el asesino escribió antes de huir que no era una persona mala”.
“Aquel día le dije a mi madre que echase a su novio a la calle. No la volví a ver viva”
La hija de la panadera coruñesa también hizo de tripas corazón para declarar en el juicio. A dos metros del hombre que le robó a su madre, aseguró que ese fatídico 14 de septiembre, horas antes del crimen, había desayunado con ella y le había pedido que lo echase a la calle. La prensa local recoge sus palabras exactas: “Aquel día me contó que su novio le había hecho la noche imposible porque era un celoso patológico. Yo le contesté que no podía permitir a una persona con la que solo llevaba un mes viviendo una escena de celos, así que le dije que lo echase a la calle”, recordó, a lo que añade: “Fue la última vez que vi viva a mi madre”.
Como se hizo público tras la investigación, la víctima, de 52 años, le dijo aquella misma noche que se fuera de casa, a lo que él reaccionó cogiendo un cuchillo y atestándole varias puñaladas por la espalda, hasta acabar con su vida.
El acusado alega consumo de drogas y pide perdón
Por su parte, el acusado ha alegado, entre lágrimas y temblores, consumo de drogas y alcohol el día de los hechos.
"Pido perdón", ha dicho en la primera sesión del juicio. A preguntas de su letrado -solo contestó a esta parte- ha manifestado recordar únicamente "el charco", en alusión a la sangre de la víctima. Además, ha afirmado que cogió el cuchillo con el que presuntamente mató a la mujer porque quería quitarse "del medio".
Durante su declaración, el procesado ha relatado que "con 13 años" comenzó a trabajar en la panadería que regentaba la familia de la víctima. Tras volver de Canarias, a donde se fue con 25 años, fue cuando comenzó la relación con la mujer.
Además, ha apuntado problemas con las drogas "desde pequeño", dos intentos de suicidio y haber estado ingresado en centros de psiquiatría. Respecto al día de los hechos, ha reconocido haber consumido varios tipos de sustancias. "Cogí el dinero y me fui a beber por ahí, tomaba una pastilla, chupaba fentanilo y así", ha dicho.
Peticiones de condena
Ha sido tras exponer las partes personadas, Fiscalía, acusación particular y defensa, los argumentos para su petición, en los dos primeros casos, de condena a 25 años de cárcel por asesinato, y de solicitud de calificación de homicidio por parte del abogado del hombre. Esta parte sostiene que tenía sus capacidades volitivas y cognitivas afectadas, lo que rechazan las anteriores.
"En el momento de los hechos, tenía las facultades seriamente mermadas", ha alegado la defensa al aludir a "dolencias y enfermedades mentales diagnosticadas" y al consumo de "drogas duras desde la adolescencia".
Estas circunstancias, según ha argumentado el letrado, llevaron al acusado a tener una "pulsión irrefrenable". "Un arrebato que dura segundos y que no es capaz de controlar", ha concretado.
Ante el jurado, la fiscal ha asegurado que como agravantes hay "como mínimo" alevosía, parentesco y de género. Además, ha incidido en ausencia de "colaboración", algo que remarcó también la acusación particular, quien aludió la falta de arrepentimiento.
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