La bióloga Alicia L. Bruzos, reconocida por la Unesco: “Estudiar el cáncer en berberechos nos ayuda a entenderlo en humanos”

A sus 31 años, la bióloga viveirense Alicia L. Bruzos (Lugo, 1993), ha demostrado por media Europa que no le faltan ni las ganas, ni la formación necesarias para dar con la cura definitiva del cáncer, una lacra para la sociedad actual que todavía hoy, pese a los avances logrados, supone la primera causa de muerte en nuestro país.

La investigadora, que trabaja en la universidad francesa de Caen (Normandía), acaba de recibir el premio L´Oréal-Unesco al joven talento científico femenino, por su estudio de los tumores transmisibles en berberechos como modelo para entender la enfermedad en humanos, una línea pionera que empezó a investigar en la Universidad de Santiago de Compostela, en el grupo del profesor José Tubio.

Sin saberlo, Bruzos había iniciado así una carrera meteórica que la llevaría de Londres a Normandía, y de Normandía al Max Planck Institute de Alemania, donde el próximo año cumplirá el sueño de dirigir su propio laboratorio.

Cómo los berberechos se defienden de una infección de cáncer

En el país germano tiene una oferta del Max Planck Institute en Bremen, que es el organismo análogo al CSIC español, y allí, además de un laboratorio totalmente equipado a su disposición, podrá contar con los fondos necesarios para contratar a dos personas para su equipo, “todo un lujo”, confiesa, que le permitirá “dejar de llevarse el trabajo a casa los fines de semana”, bromea.

En este momento, sus investigaciones con los bivalvos se centran en averiguar cómo los berberechos se defienden de una infección de cáncer: “Entender si estos animales son capaces de protegerse de él con sus propias defensas inmunitarias, y en el caso de que estas defensas existan, determinar por qué no están funcionando bien en algunas especies y por qué lo hacen mejor en otras”, detalla.

Alicia explica que estos tumores son trasmisibles o contagiosos entre berberechos, es decir, que se pueden pasar de un animal a otro, algo que “tiene un paralelismo muy grande con la metástasis en los humanos”, y añade: “Estudiar el cáncer en berberechos nos ayuda a entenderlo en humanos”. Es por ello que sus hallazgos, sin lugar a dudas, podrán servir, por su similitud, para hallar cuestiones médicas en torno a esta enfermedad en los humanos en un futuro, que esperemos, no sea muy lejano.

“Quería tener oportunidades y en España hay muy pocas”

Aunque siempre agradecida por todos los éxitos cosechados, esta viveirense dice estar pagando “un precio alto” por ellos, ya que lleva más de tres años sin pisar la tierra que la vio nacer y, como buena gallega, tiene morriña de su gente.

Es algo que desea: volver algún día a su tierra, de donde se fue dice, “porque quería tener oportunidades y en España hay muy pocas”.

Tiene la esperanza de poder volver y es optimista en ese sentido, aunque no quiere tirar por la borda el trabajo de todos estos años, y sabe que le llevará un tiempo.

Mientras, cuenta orgullosa, y con mucha humildad, que toda su carrera se la debe a su madre, una maestra luchadora que siendo muy joven sacó “con mucho esfuerzo” a sus dos hijas adelante (por cierto, ambas investigadoras): “Sin ella no hubiera llegado hasta aquí”, concluye a modo de homenaje.

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