Teresa Portela afronta sus séptimos Juegos Olímpicos sin barajar la retirada: “Mientras haya resultados voy a seguir”

Falta menos de un mes para que los Juegos Olímpicos de París 2024 den su pistoletazo de salida, y los representantes españoles Támara Echegoyen y Marcus Cooper ultiman sus preparativos para participar como abanderados del equipo nacional en la ceremonia de inauguración.

Teresa Portela (Cangas do Morrazo, 1982), gallega como Támara y piragüista como Marcus, también se prepara a conciencia para participar en los que serán sus séptimos Juegos, y viajará a París sabiendo que hará historia, sea cual sea su resultado.

Teri, como la conocen sus familiares y amigos, lleva más de 30 años practicando piragüismo, y 24 defendiendo la camiseta de la selección española en las citas olímpicas. Este año, debido a la desaparición del K1 200 del programa, especialidad con la que tantos éxitos cosechó (incluida su medalla de plata en los pasados juegos de Tokio 2020) lo hará a bordo de una embarcación de cuatro plazas, junto con Sara Ouzande, Estefanía Fernández y Carolina García, el equipo con el que la RFEF se propuso devolver el K4 femenino a unos Juegos, ya que la última participación se remonta a Pekín 2008.

“Mientras haya resultados voy a seguir”

En plena preparación para la cita de París, entre pesas y mancuernas, la leyenda viva del piragüismo español nos recibe como siempre lo hace: con la mejor de sus sonrisas, la que nunca pierde pese a la dureza de sus entrenamientos.

Confiesa estar “feliz y agradecida porque su carrera deportiva sigue durando”. El K4 es un “nuevo reto ilusionante”, nos cuenta, con el valor añadido de que todo el equipo está en Galicia y con ellas comparte la ilusión de saber “qué pasará en París”, revela.

No sabe si habrá otros Juegos o si serán sus últimos, algo que siempre siente, pero no se pone “ni frenos ni barreras”, y añade: “Mientras haya resultados voy a seguir”.

Su sueño es “volver a revivir lo de Tokio, subir a un podio”, y para ello no escatima en esfuerzos: entrena con la misma ilusión y la misma entrega que lo hacía de niña, aunque ahora sin dejar de lado su labor como madre.

La palista de Cangas, una eminencia en su villa natal, no se instalará en la capital francesa hasta el 3 de agosto; mientras tanto, descansar no entra en sus planes y, con el cronómetro en mano, descuenta el tiempo que resta para traer otra medalla colgada al cuello.

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