Este jueves, 13 de junio, entre aplausos y lágrimas de emoción de familiares, compañeros y sanitarios, recibía el alta hospitalaria Marcos Troitiño, el guardia civil gallego que fue atropellado brutalmente hace casi un año cuando trataba de detener a un delincuente que entró a robar en una tienda en Castellón. Una información de José Rocamora y Antía Araujo.
Durante este tiempo, el agente ha estado luchando no sólo para salvar su vida (ya que su pronóstico era extremadamente grave debido al daño cerebral que sufrió), sino ya para volver a llevar una vida relativamente normal, lo más parecida posible a la que llevaba antes de aquel fatídico accidente.
Prácticamente sin esperanzas de vida debido al alcance de sus lesiones (con un 9% de probabilidades de volver a despertarse) y después de que varios profesionales le diesen por muerto, su mujer, María González, se negó a aceptar el devastador diagnóstico y lo trasladó al Hospital Vithas Vigo, al que Marcos llegó “sin capacidad absolutamente de nada, no podía ni sujetar su cabeza”, explica su mujer.
Su estado de salud lo explica a la perfección el director del centro pionero Pablo Villarino: “Su cerebro era como la batería de un móvil a punto de agotarse, con un estado físico de fatiga severa, si se agotaba del todo, su cuerpo se apagaba para siempre”.
Era lo más escuchado por su familia: “Lo más probable es que fallezca”. Pero Marcos aguantó. Y no sólo sobrevivió; contra todo pronóstico, este héroe ha sido capaz de volver a sostener su cuerpo, hablar, comer, y hasta realizar tareas básicas como lavarse los dientes, que hace 8 meses hubieran sido impensables.
“Me dijeron que nunca más iba a poder hablar con él como estamos hablando ahora”, sostiene su esposa, “algo muy duro”, añade.
Pero el mérito no sólo es suyo, que es un luchador y “muy cabezota”, ni del excepcional equipo médico que lo atendió, el mérito lo tiene su familia, en especial María, su mujer, que no se resignó a ingresarlo en un centro de paliativos como le sugirieron la mayoría, buscó otra solución para “darle la oportunidad que se merecía”, explica.
María González encontró el Hospital Vithas de Vigo a través de Joan Ferri, “nos recomendó venir aquí y yo feliz, encantada”, asegura.
“Aquí (en Vigo) se despertó del coma, aquí empezó a hacer cosas que para mí fueron como magia, porque él no respondía absolutamente a ningún estímulo. Aprendió a hablar, empezó a responder a órdenes básicas, como por ejemplo apretar la mano, cerrar los ojos, que ahora es algo que ya está superado, pero era súper importante. Apretar la mano no lo hacía, durante muchos meses”, detalla su esposa.
“Por las cosas que me contaba, yo creo que los últimos 20 años de su vida no los recordaba”, añade María; “No sabía quién era yo ni quién era Martina, su hija, no nos recordaba, no tenía recuerdos con nosotras”. “Fue muy duro”, incide.
“Ahora tiene capacidad de movilidad, le falta fuerza, le falta muchísima movilidad en ambas partes, en las piernas y todo, pero hace cosas que antes no hacía, como por ejemplo cepillarse los dientes, comer, ducharse, vestirse, cosas básicas de la vida diaria que damos por hecho pero que él no podía hacerlo, cosas como sujetar su cuello, su cabeza, no podía hacerlo”, explica.
Marcos llegó a Vigo en octubre de 2023 con un daño cerebral que supuso un proceso de recuperación muy largo.
En este tiempo, el sanitario explica que “ha hecho una evolución impresionante” y que aunque las cosas no van a ser como antes, ya que hay una serie de secuelas, sigue tratando de llegar al máximo posible de recuperación.
Para que nos hagamos una idea de lo costosa que pudo ser su recuperación, al salir del coma, en este centro establecieron un sistema para comunicarse con Marcos a través del movimiento de su dedo índice, mediante el que era capaz de contestar preguntas directas de respuestas si y no.
“Era un caso de un paciente muy grave, que llegó con las necesidades de todas las áreas de trabajo que configuran la neurorehabilitación, absolutamente todas”, explica Villarino, “por lo que tuvimos que llevar a cabo un tratamiento integral, trabajando cada área para que poco a poco pudiese ir avanzando como lo haría un bebé”.
Aunque todavía queda margen de mejora, a partir de ahora Marcos se seguirá recuperando en Asturias de manera ambulatoria: “Tiene mucho trabajo por delante”, explica su mujer, igual que ella y su hija, Martina, las otras grandes heroínas de esta historia con final feliz.
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