Los estudiantes de todo el país cuentan casi con los dedos los días que les quedan para acabar el curso y poder disfrutar de unas merecidas vacaciones, pero antes, la mayoría de ellos tienen que enfrentarse a los exámenes finales (o las pruebas de la EBAU) y, por ende, darse un atracón de apuntes considerable.
Jùlia Balleser, profesora de neuropsicología de la Universidad Abat Olivia CEU, nos revela las claves para estudiar de manera más eficaz y una de ellas es “que el estudiante esté totalmente desconectado de cualquier tipo de distracción”.
Cientos de estudiantes de Santiago de Compostela, por ejemplo, encuentran en las bibliotecas el lugar ideal para concentrarse, de ahí que las colas que se forman para entrar en La Conchi se hayan hecho virales en las redes, y que, en general, todas las aulas de estudio de la Universidad cuelguen a diario el cartel de “completo”.
Pero ¿por qué se abarrotan en esta época las bibliotecas y aulas de estudio de la USC? La respuesta a esta pregunta la ofrece el diario La Voz de Galicia, en un artículo sobre el estado de los pisos de estudiantes en la capital gallega que no tiene desperdicio.
Alba Fernández, por ejemplo, vive en un estudio de “no más de 25 metros cuadrados”. Explica que tiene “una mesa que, además de para comer, la uso para estudiar y trabajar”. Y añade: “Realmente, cuando me quedé con el piso no había ni pensado en esto. Había tan pocos y eran tan caros, que me quedé con el primero que entraba en mis posibilidades y necesidades”, recuerda.
“Si me quedo en el piso no soy capaz de concentrarme”, adelanta otro estudiante entrevistado por la cabecera, quien detalla: “El escritorio de mi habitación es muy pequeño, casi no puedo sacar los apuntes y el portátil a la vez”.
Igual que él, otros tantos jóvenes “padecen la misma problemática”, adelanta el artículo.
“Cuando quiero hacer algo de clase me voy a la cocina, que ahí tenemos una mesa bastante grande”, revela otra estudiante que comparte piso en el Ensanche.
Y es que los pisos para estudiantes en la capital gallega, además de escasos, no siempre gozan de unas condiciones óptimas para el estudio al tener “habitaciones diminutas (del tamaño de un armario)”, humedades, carecer de mobiliario adecuado, falta de luz solar, ruido exterior… Con estas características, no es de extrañar que muchos estudiantes opten por las bibliotecas a la hora de preparar sus exámenes, aunque eso conlleve horas de espera, de madrugada y a la intemperie.
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