Las agresiones medioambientales continúan en el entorno del faro de Fisterra: “Es un descontrol”
Muchos peregrinos acaban el Camino de Santiago en Fisterra y dejan objetos personales a modo de ritual
El Ejecutivo local ha colocado carteles disuasorios en los albergues, pero parecen no funcionar y la zona parece un vertedero
Las autoridades locales también multan a los peregrinos que pillan “in fraganti” afeando el entorno del faro
Desde hace unos años, Compostela ha dejado de ser el destino final de muchos peregrinos y peregrinas que hacen el Camino de Santiago y que deciden terminarlo en Fisterra, donde se dice que se sitúa el fin del mundo.
El atractivo turístico de la zona ha ido aumentando como la espuma en los últimos años y a la par, han crecido también las agresiones medioambientales en este entorno paradisíaco.
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Ya en el año 2022, la administración local tuvo que ponerse firme para erradicar un feo ritual que se puso de moda entre los caminantes: quemar sus botas entre las rocas dejando el lugar en un “estado lamentable”.
Enseres que acabarán en el mar
Ahora, aunque esta fea costumbre parece haberse atajado, otro hábito igual de indeseado se ha ido asentando entre los visitantes: dejan prendas de ropa y todo tipo de objetos personales “colocados” en el entorno, a modo de recuerdo del Camino, que “con el viento que hace aquí acabarán en el mar”, explica una turista con pena.
Así, la alambrada del recinto de uno de los faros más emblemáticos de España está llena de basura de todo tipo, desde compresas, mascarillas o prendas rasgadas hasta zapatillas desgastadas u otros enseres personales, que se cuelgan a diario por kilos, afeando y contaminando el paisaje.
Y, de nuevo, el Ejecutivo local ha puesto el grito en el cielo apelando al civismo de la gente para que no se viole de esta manera el entorno natural del Faro.
“Esto es un descontrol”
La alcaldesa de Fisterra, Áurea Domínguez Sixto, cuenta que “primero empezaron dejando pequeñas cositas como gomas del pelo o llaveros” pero añade que cada día ha ido a más y que ahora “esto es un descontrol”.
Pese a que la Administración ha colocado avisos en los albergues, ha apelado al civismo de la gente en la prensa y ha puesto a las autoridades locales a multar a los que pillan “in fraganti”, estas medidas parecen insuficientes para parar tanto “descontrol”.
Áurea ha explicado que la autoridad portuaria pondrá un cartel más grande en la zona para disuadir a los peregrinos de esta horrible y contaminante costumbre, ya que los recuerdos de unos, suponen un dolor de cabeza para otros.
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