Borbón es un cabrito que nació con parálisis cerebral y una grave malformación congénita, que necesitaba una complicada operación para seguir viviendo.
Una operación que no todos los centros veterinarios estaban dispuestos a asumir (por su complicidad y por la especie animal de la que se trata) y cuyos gastos tampoco estaban al alcance de cualquier bolsillo, ya que ascendían a 4.000 euros.
Pero el caprichoso destino quiso que Borbón fuese a parar al refugio pontevedrés La isla de Tali, con más de 31.000 seguidores solidarios en Instagram, y muchas ganas de demostrarle al mundo que “el amor no entiende de especies”.
Ese es su lema, y el lema de vida de su principal activista, Natalia Rodríguez, quien nos resume con sinceridad la situación a la que se tuvo que enfrentar para salvarle la vida a su fiel amigo Borbón: “Llega a ser para un perro y no estaríamos preocupados por el dinero, la gente nos aplaudiría, pero en este caso no sólo no nos apoyan sino que incluso nos critican”, asegura.
Pero la médula del cabritillo se estaba comprimiendo y llegaría un momento en que se iba a comprimir del todo impidiendo su respiración y el funcionamiento de otros órganos, así que había que hacer caso omiso a los detractores y movilizarse casi a contrarreloj.
Y así, contra todo pronóstico, el milagro se obró: los responsables del refugio consiguieron reunir en un tiempo récord el dinero necesario para la operación de Borbón e intervenirlo a tiempo en la clínica Puchol de Madrid.
“Hubo aportaciones de todo tipo”, explica Natalia, “varias personas donaron sobre 250 euros, y muchísimas otras que estaban en una situación apurada y no podían casi ni llegar a fin de mes, donaron lo que pudieron”, añade.
“Fue una ola de solidaridad impensable que para nosotros significó mucho, sobre todo simbólicamente”, explica la activista.
Pese a que las probabilidades de que el joven cabrito superara la operación sólo eran de un 5%, Borbón salió victorioso del quirófano y ha comenzado su rehabilitación en el hospital universitario UAX, donde recibe diferentes terapias para mejorar su movilidad.
“Ayer ya aguantó unos segundos de pie”, explica su cuidadora, “lo que quiere decir que vamos evolucionando”, añade, y aunque al final pueda acabar en una silla de ruedas, “esto habrá merecido la pena” porque “Borbón no para de darnos las gracias con cada mirada”.
El cabrito es un ejemplo de vida, de lucha y de superación que “muchos humanos deberíamos tomar de él”, concluye Tali, a quien esta aventura no le ha quitado ni de lejos las ganas de seguir cuidando de los más necesitados, aunque éstos no puedan pedirle ayuda en nuestro idioma.
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