El único acusado de dar una paliza brutal a un joven en Nigrán (Pontevedra) ha negado los hechos durante el juicio por lo ocurrido en el verano de 2020 que comenzó este jueves en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo. Sin embargo, un portero del local sí lo identifica como agresor.
En su declaración, el procesado ha dicho que la víctima le intentó pegar, por lo que él esquivó los golpes y lo empujó, cayendo el otro joven al suelo. Tras esto, se levantó y escapó, mientras que el acusado asegura que se dio la vuelta y se fue de la zona.
En su relato de los hechos, el hombre explica que se encontraban en el interior del Pazo de Urziaz de Nigrán, donde se estaba celebrando una fiesta, cuando la víctima se vio involucrado en una pelea, agrediendo a uno de sus amigos.
Al enterarse, varias personas salieron en búsqueda del joven "para pedirle explicaciones", entre ellos él. Ya fuera del recinto, el acusado indica que se encontró al joven en una zona de bosque y que estaban ellos dos solos. Allí, el agredido habría intentado pegarle, esquivándolo el acusado y empujándolo. Según sus palabras, el incidente quedó así, ausentándose ambos del lugar de nuevo hacia el Pazo, pero por caminos distintos.
El procesado ha negado haberle dado puñetazos o patadas en el suelo.
Tras el acusado, fue el joven agredido el que declaró en calidad de testigo de los hechos. Él reconoció haber golpeado dentro del local a un par de jóvenes e indicó que había salido del recinto para irse a su casa. Sin embargo, fue perseguido por varios jóvenes, reconociendo a dos de los tres que, según sus palabras, iban detrás de él. Asimismo, dijo que le gritaban frases como: 'Te vamos a matar' o 'Hijo de puta'.
En un momento dado, siempre según su relato, decidió meterse hacia una zona de bosque para tratar de esconderse, pero fue visto y alcanzado por estas tres personas, recibiendo un primer golpe en la cabeza que lo tiró al suelo. Tras este, ha dicho que le dieron un segundo golpe en la cara que lo dejó inconsciente.
Pese a todo, no identificó concretamente qué persona lo agredió, aunque deduce que fue uno de los tres jóvenes que lo perseguían y que la última vez que los vio estaban a un metro de él.
No obstante, uno de los empleados del Pazo sí señaló haber visto al acusado golpeando a la víctima. Se trata de uno de los porteros del recinto de fiestas, que escuchó ruidos en las inmediaciones y, al acercarse, vio a varios jóvenes, "unos cuatro", golpeando a alguien.
Cuando se percataron de su presencia, y tras decirles: "¿Tenéis que ser cuatro para pegarle a una persona?", se ausentaron corriendo del lugar. Pero él ha subrayado que sí recuerda la ropa y la cara de uno de los agresores, siendo éste el único acusado. Después de todo, trataron de ayudar a la víctima, llamaron a la ambulancia e “intentó tranquilizarlo diciéndole que estaba a salvo” explicó.
El resto de empleados del Pazo que acudieron este jueves a declarar han indicado que no vieron la agresión, solo la escucharon y trataron de ayudar al joven una vez había acabado.
Como consecuencia de la paliza, el chico sufrió múltiples fracturas y hematomas por toda la cara, precisó de varias intervenciones quirúrgicas y reconstrucciones. Asimismo, sufrió un trastorno de estrés postraumático grave, con conductas de evitación y aislamiento social, y continúa en tratamiento psiquiátrico.
Además de sus problemas de salud mental, que persisten según ha dicho en el juicio, también tiene secuelas físicas: varias cicatrices, afectación maxilar y pérdida de parte de la visión de un ojo, y otros perjuicios.
Por los hechos, el acusado se enfrenta a ocho años de prisión y a indemnizar a la víctima con más de 130.000 euros.
La Fiscalía pide también que el acusado indemnice al Sergas por la atención sanitaria prestada a la víctima, en más de 8.300 euros.
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