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Da igual la clase social a la que pertenezca o la zona en la que resida, cualquier persona que viviese su infancia entre los años 90 y los 2000 en Galicia recuerda perfectamente (seguramente sin poder evitar esbozar una sonrisa) el que fue y sigue siendo el jabalí más famoso de la televisión: el del Xabarín Club, que hoy cumple 30 años.
El 18 de abril de 1994 se estrenaba en la Televisión de Galicia (TVG) todo un fenómeno social que marcó a varias generaciones, al tiempo que se convertía en una de las herramientas de normalización del gallego más eficaz de las habidas y por haber.
No había niño en aquel momento que no reconociese su particular tono de voz, que no merendase viendo los dibujos de Goku, o no esperase como agua de mayo que apareciese su foto en la pantalla el día de su cumpleaños.
Ese privilegio estaba reservado a los socios del club, y Xabarín recordaba a diario las ventajas de serlo, con su: “E ti, xa es do clube? Afíliate”. Y vaya si se afiliaron. El exclusivo club llegó a tener 100.000 niños socios, con sus 100.000 carnés identificativos que muchos todavía conservan como oro en paño.
Y es que el Xabarín Club fue un auténtico fenómeno de masas en Galicia, y una ventana de promoción del idioma sin precedentes, perdida con el paso del tiempo.
Dentro de su programación convivían los dibujos animados, la música o los concursos… y todo se emitía íntegramente en gallego.
En la actualidad, 30 años después, el Xabarín “no está muerto, ni está vivo”, explica Vinte, “aún no se sabe por qué, pero fue castigado con el ostracismo del segundo canal de la TVG y permanece como en un museo dando nombre a un canal televisivo del mundo online que no acaba de despegar”, aseguran.
Los niños del 2024 ya no escuchan a sus héroes expresarse en gallego, ni las canciones más pegadizas suenan en esta lengua, no pueden ver a sus grupos favoritos tocando temas como el mítico “Estou na lavadora”…
Para disgusto de muchos padres y madres, el Xabarín está vivo pero agonizando, como lo está el gallego, desterrado casi en su totalidad del ocio de los más pequeños de la casa; ya no está ni "por fuciños" ni "por cacheiras".
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