La botica gallega de más de un siglo que parece un museo: “Es como retroceder en el tiempo”
La farmacia Peñamaría, en A Fonsagrada (Lugo), conserva la estética original de finales del siglo XIX prácticamente intacta
Su propietaria también conserva medicamentos y gran cantidad de instrumental propio de los boticarios
“Como ésta quedarán unas 9 o 10 en toda España”, asegura su dueña, Catalina Ortiz de Galisteo
Entrar en la farmacia Peñamaría, en A Fonsagrada (Lugo), es como entrar en un museo; prueba de ello es que los peregrinos que, en su periplo hacia Compostela pasan por la localidad, no se van de allí sin fotografiarse en su particular decorado, maravillados, quizás, por los albareros de cerámica que su propietaria conserva intactos, algunos incluso con los productos originales en su interior.
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Los luce en una majestuosa estantería de castaño, de estilo modernista y tallada a mano a finales del 1800, que ha resistido impoluta al paso del tiempo.
La actual propietaria de esta botica, Catalina Ortiz de Galisteo, heredó el negocio de su abuela (quien la había adquirido en la posguerra) y en su reforma, cuenta que se esforzó por conservar todo lo que pudo: desde los mostradores de mármol, hasta el suelo original, pasando por el mueble de castaño, y una gran cantidad de instrumental propio de los boticarios, como las básculas de precisión o la colección de albareros.
También conserva impoluto un ojo de boticario de la época, donde el farmacéutico guardaba bajo llave las sustancias más preciadas para sus preparados, como venenos o estupefacientes, algunos conservados incluso con el etiquetado original.
“Es como retroceder en el tiempo”
Aunque “la joya de la corona es la redoma de la sanguijuela”, explica Catalina, un instrumento que servía para almacenar estos animales utilizados para los sangrados, “que servían para curar todo” y de los que “quedarán uno o dos en toda España”, asegura su propietaria. Así es que “a los peregrinos les llama la atención y le sacan fotos”, y no sólo ellos; los vecinos de la localidad, que recuerdan la botica igual que cuando eran niños, la siguen mirando maravillados: “Ya no quedan farmacias así”, asegura una vecina de A Fonsagrada, “es como retroceder en el tiempo”, añade.
“Es una pasada, no creo que haya otra igual en toda España”, asegura otra clienta de toda la vida. Y no le falta razón, como la botica de Catalina “debe haber unas diez en todo el país”, asegura su propietaria, quien no duda al asegurar que seguirá conservando, con el máximo cuidado, el mobiliario, las medicinas y el instrumental que llevan en el local más de un siglo y que fueron tan importantes para la sociedad de entonces.
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